Translate

martes, 13 de septiembre de 2011

No se me escapó, yo la perdí

Esta mañana se me escapó la luna. La vi fugazmente, en un espacio entre los árboles al salir de mi estacionamiento. Se veía hermosa, blanca traslúcida, dejando adivinar el azul celeste tras de ella, como una pastilla de azúcar a punto de diluirse en el agua. Me obligué a mirar hacia adelante y seguí manejando hacia mi destino y pensé: la busco en cuanto llegue, se ve preciosa! Pero minutos después, cuando llegué a dejar a los niños a la parada del transporte escolar, mi mente ya había recorrido tantos otros vericuetos alejados del presente que lo olvidé. Para cuando regresé a la casa y volví a acordarme, Ella ya se había diluido en el océano celeste y yo me perdí del deleite de llenarme los ojos con su presencia.  Cuántas cosas más me pierdo por no estar presente cada instante de mi día? "La presencia plena nos ayuda a hacer conciencia de los patrones de evasión habituales y condicionados que tiene nuestra mente, y nos permite probar una manera alternativa de estar en el mundo. Esta alternativa es posar nuestra atención en los que está sucediendo en el momento presente, los sonidos que capta el oído, las sensaciones que tiene nuestra piel, los colores y formas que atrapa la mirada. La presencia plena nos ayuda a estabilizar el corazón y la mente para que no sean arrasados por las cosas inesperadas de la vida. Si practicamos la presencia plena con paciencia y durante el tiempo suficiente, terminaremos por estar genuinamente interesados en todo lo que pasa, sentiremos curiosidad por lo que podemos aprender incluso de la adversidad, y en ultima instancia, incluso de nuestra muerte.". (1) Para empezar, no volveremos a perdernos una luna llena, o una mirada especial de la persona que amamos. (1) Bays, Jan Chozen. How to train a wild elephant and other adventures in Mindfulness.