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domingo, 22 de septiembre de 2013

Y cuando llega el otoño



Y cuando llega el otoño, y se acaban las lluvias (ojalá), y cambian de color las hojas, y empiezan a emigrar las golondrinas, y se va metiendo mas temprano el sol, y llega el viento del norte y se caen las hojas, y se antoja el chocolate caliente, y empezamos a planear el día de muertos, y sentimos que el año se nos va más rápido que de costumbre, y sacamos las pañoletas, y guardamos las sandalias, y esperamos con ansias las lunas grandototas, con el gato acurrucado en el tapete.
Cuando llega el otoño y su nostalgia; cuando llega el otoño y nos sorprende... es tiempo de hacer pausa, de revisar las metas y las prioridades, de organizar el escritorio, los cajones y la mente, de caminar sin prisa pero con más propósito, de hacer espacio para disfrutar el último tercio del año mientras marcamos con una palomita cada objetivo cumplido, es tiempo de mirar lo que hemos hecho y cosechar con regocijo, de compartir con alegría; es tiempo de revisar el directorio telefónico y llamar a los amigos que no hemos visto en todo el año, de abrir la puerta al reencuentro para ponernos al día.
Es tiempo de reunirse, en los dos sentidos de la palabra: reunirse con los quereres antes de que se nos vaya el año y de re unirse, como en unirse de nuevo, con nuestros anhelos que eran tan vívidos cuando fueron concebidos, hace nueve meses. ¿Ya nacieron? A celebrarlo. ¿Aún no? Este es el momento de dar los pasos que siguen.

¡Bienvenido el otoño! Época perfecta para reencontrarse con los sueños.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Aquí viviendo... mi sueño.

Este blog ya merece una entrada nueva. Tiene casi un año de mi última reflexión aquí compartida. Pero tengo una buena razón para este abandono temporal: dediqué todo este tiempo a concretar un sueño por varios años anhelado. Hoy, finalmente, les puedo compartir con muchísima emoción que publiqué mi primer libro, Lecciones para Volar.

No voy a hacer aquí una reseña; esa pueden encontrarla en la página que abrí para darlo a conocer, en Facebook, que la adjunto al calce. Lo que quiero hacer ahora es dejar en esta entrada lo que siento en este momento de realización profesional, aquí viviendo.

Escribir un libro; publicar un libro. Este era un sueño concretito y claro desde hacía quince años. En ese tiempo, con mi flamante título de licenciada en relaciones internacionales, me sentía con la vocación perdida. Vivía en Japón, donde Bernardo, mi esposo en ese tiempo, estudiaba su maestría. Yo trabajaba como becaria en la Embajada de México, hacía traducciones para complementar mi ingreso y estaba a punto de tomar por los cuernos una oportunidad que cambiaría el rumbo de mi carrera: en uno de esos inexplicables vericuetos de la vida, me convertiría en corresponsal de CNN en Español, en Tokio.

Al mismo tiempo, vi un anuncio en el periódico que ofrecía un taller de fin de semana para encontrar tu misión de vida, para renovar tu vocación y descubrir tus talentos. Se llamaba "Life Path" (Camino de vida). Ese par de días me revelaron lo que habría podido ser obvio pero que yo no había descubierto: mi vocación era escribir; mi objetivo escribir un libro en los siguientes cinco años. No sucedió así; a lo largo de los siguientes quince años escribí mucho, cada vez más; hice revistas, publiqué en periódicos, me volví bloguera compulsiva y escribana de cartas de amor por encargo. Una época escribí mucha poesía y comencé a coleccionar proyectos para libros.

Hoy, tres veces más tarde de lo que había planeado, por fin lo logré. Y me siento muy feliz y satisfecha. Tuvieron que ocurrir muchas cosas en mi vida; cosas que me cambiaron, que transformaron una y otra vez mi forma de ver el mundo; pérdidas desgarradoras y ganancias invaluables. Tuve que reinventarme más de una vez y encontrar, muy poco a poco, quien era ésta que tomaba la pluma (o el teclado) y se derramaba a sí misma en la hoja para encontrarle sentido a la vida.

Mi libro ya no es un sueño; ya ni siquiera es un proyecto; ya ni siquiera es MI libro, ya es de muchos. Está en manos de al menos mil quinientas personas, según me informaron hace un par de días en la editorial; así que se ha vuelto una pertenencia colectiva. Y la sensación es increíble. Tenerlo entre mis manos terminado me daba la sensación de estar sosteniendo un tesoro. Ahora, es como si ese tesoro se hubiera partido en cientos de pedacitos y al mismo tiempo se hubiera multiplicado milagrosamente, como el pan, para volverse un tesoro para cada uno de los corazones que se de permiso de abrirse para recibir todo lo que ahí puse para cada persona que lo leyera. Siento gratitud; me siento privilegiada al poder dar de esta forma lo que soy, lo que siento y pienso, lo que anhelo.

Muchas gracias por acompañarme en el camino, haya sido todo el recorrido, un tramito, unos pasos o apenas el encuentro que nos están permitiendo estas palabras que lees.

Fanpage de Lecciones para volar: https://www.facebook.com/leccionesparavolar?ref=hl