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viernes, 3 de julio de 2020

Cincuenta y uno, gracias



Hoy es mi cumpleaños. Completé el último día de mi primera mitad de un siglo. Voy por la segunda que inicio hoy, a mis 51. Sólo quiero dar gracias porque siento que soy una consentida de la vida y la gratitud que cabe en mi corazón no me alcanza.
Mi vida no es perfecta, pero puedo ver en ella todos los regalos que me ofrece: mi Sabi y mi Renato, tan llenos de salud y de sueños; la amorosa compañía de Ale, haciendo siempre lo imposible por sorprenderme; la presencia protectora y amorosa de mi papito, siempre a mi lado; mis hermanos, presentes siempre que los necesito; el cuidado y cariño de Ber, que trasciende nuestro estado civil; mis amigos y amigas cómplices en la vida; mi salud, mi mente clara, y esta relación tan amorosa que he aprendido a tener conmigo misma.
No necesito más, y sin embargo tengo tanto más. ¡Gracias! Sigo caminando y aprendiendo... me encanta vivir.

martes, 19 de mayo de 2020

A puerta cerrada

Hay días en que ni siquiera abrimos la puerta, llega la noche y la llave sigue colgada ahí, inmóvil, en la chapa de la pesada puerta a través de la cual vemos el mundo, casi inmóvil allá afuera. Y digo casi, porque de vez en cuando pasan personas, con tapabocas, paseando a sus perros. Cuando los miro, no puedo dejar de pensar en aquellas fotos que veía en internet a principios del año, en las que se podían apreciar las calles de China, con la gente vestida como astronautas, o en botargas ridículas, o con protecciones caseras hechas con botellas de plástico y disfraces de fiesta. Me parecía algo tan lejano, tan chino; algo que no pasaba en estos lares, sino que era propio de aquellas latitudes tan exóticas donde siempre ocurrían cosas raras.

Las noticias
Luego fuimos teniendo noticia de que ese raro virus comenzaba a moverse por el mundo, primero a Europa, y luego a Estados Unidos. Surgían brotes en distintas partes del mundo, como si se tratara de una película de Hollywood en la que los oficiales del pentágono veían en ese mapa gigantesco iluminado, la amenaza acercándose, rodeándonos. Pero la veíamos nosotros, ciudadanos de a pie, en nuestra computadora que transmitía el noticiero cada mañana. Aún seguíamos incrédulos, preguntándonos si era algo realmente peligroso, por lo que hubiera que preocuparse. Hasta que la OMS dio un comunicado oficial dirigido al planeta entero: estábamos ante una pandemia sin precedentes, no había vacuna, ni tratamiento, ni certeza de cómo se comportaría este virus y todos debíamos quedarnos en casa. Seguía sonando como una película, pero el miedo ya se sentía más palpable en la boca del estómago.

Incredulidad

Tardamos en reaccionar. Algunas personas que estaban fuera del país, movidas por la preocupación, regresaron pronto a casa, mientras muchos otros cancelábamos viajes al extranjero ante la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo. Pero todavía parecía una exageración. Quienes no reaccionaron a tiempo, se quedaron atrapados lejos de casa cuando las fronteras de algunos países comenzaron a cerrarse. Todo un plot para una película taquillera, no podía estar pasando de verdad.

Encerrados

Y bueno, aquí estamos, encerrados desde hace dos meses y 5 días, guardando la distancia social, haciendo las compras del súper a domicilio, trabajando y estudiando desde casa, limitando al máximo nuestra interacción social, e incluso familiar. Hay miedo, sin duda, como una de las motivaciones para apegarse al mandato de quedarse en casa, y también hay responsabilidad, un afán por no poner en riesgo a otros, en especial a los más vulnerables, nuestros adultos mayores y la gente que tiene enfermedades crónicas.

Conforme fueron pasando las semanas, la gente se empezaba a desesperar, rompían la cuarentena y tomaban riesgos innecesarios. En las noticias reportaban que se estaban preparando para recibir infectados de Covid19, tratando de ampliar en la medida de lo posible, el número de camas de terapia intensiva disponibles en el país. Porque aunque la tasa de mortalidad de esta enfermedad era muy baja, teniendo una tasa de contagio tan alta, era capaz de saturar los servicios de salud públicos y privados, y aumentar con ello el número de muertos por esta infección. Daba la impresión de ser un mero discurso; nadie a mi alrededor conocía a ninguna persona que hubiera sido infectada.... aún. Poco a poco empezamos a saber de casos lejanos, algún amigo de un vecino, una persona famosa, un familiar lejano al que nunca habíamos visto. En las redes sociales salían testimonios de médicos hablando entre sollozos, de lo desesperada que era la situación en los hospitales, nos imploraban, por nosotros y por ellos, quedarnos en casa. Tal vez después de todo, nosotros que estábamos en casa, estábamos a salvo. Sólo había que tener paciencia y mantenernos aquí, nosotros que teníamos el privilegio de poder hacerlo sin que nuestra economía familiar colapsara la primera semana. Pero luego, empezaron los casos cercanos: personas conocidas, amigos, incluso algunos que habían mantenido la cuarentena, familiares en primera línea. Ahora sí parecía real.

Confusión

También empezaron los cuestionamientos: ¿cuánto tiempo íbamos a vivir así?, ¿qué no había habido antes muchos virus como estos y nuestro sistema inmunológico debería poder lidiar con ellos?, ¿sería esto una farsa para tomar medidas de control y terminar con libertades básicas de los ciudadanos? Reinaba la confusión, porque mucha gente, desesperada por volver a trabajar para poder alimentar a la familia, o por las millonarias pérdidas de los grandes negocios, presionaban para que la cuarentena terminara, para reactivar la economía. Al parecer lo peor había pasado. Pero también había quien advertía, ¡que iba a regresar!, qué era indispensable esperar a que estuviera lista la vacuna... un mes, dos, seis meses más...

Y la puerta seguía cerrada, sin saber a ciencia cierta que ocurría allá afuera. Esperando. Temiendo. Preguntándonos. Paralizados.

Adaptándonos

Un día, decidimos aprovechar los espacios disponibles de la casa, amplios y agradables -muy afortunadamente. Comenzamos a cambiar nuestro lugar de trabajo; a veces en la sala, a veces en el estudio, a veces en el comedor, incluso en la terraza. Nos esmeramos en poner mesas bonitas todos los días, y comenzamos a disfrutar mantener la casa limpia y ordenada, aunque nos lastimamos la espalda las primeras veces que barrimos (la falta de costumbre). Yo le tomé un gusto especial a tender la ropa al sol, me gusta el olor de la ropa limpia, y cada vez que veo los tendederos portátiles en medio del jardín, con ropa multicolor moviéndose con el viento, siento algo bonito en el corazón, que no sé identificar... creo que tiene algo que ver con una sensación agradable de cuidar, de amar. Aún no le tomo gusto a trapear... me sale bastante mal, con todo y que conseguimos una cubeta que exprime el trapeador sin necesidad de meter las manos. Supongo que cada uno tiene distintos talentos, el mío está más sacudir que en limpiar el piso.

Hoy, decidimos asolearnos en el jardín. Con traje de baño y toallas a rayas, disfrutamos el día soleado, y el viento suave que movía las palmeras del jardín. Qué privilegio de clima, sin duda. Yo me puse bronceador y, si cerraba los ojos, me sentía como si estuviera de vacaciones en algún destino lejano y agradable. Qué afortunada de poder sentirme de vacaciones en mi propia casa, a puerta cerrada.

Esperanza

Pero esta noche, la abrimos. Salimos caminando al contenedor de basura cercano, para tirar la basura de un par de días. Aprovechamos para que Maya, nuestra perrita, caminara un poco, y por supuesto, tres de los cinco gatos salieron detrás de nosotros. En la obscuridad de la noche vimos una figura a lo lejos, también traía un perrito, con correa. Se sorprendió de ver que los gatos nos seguían, intercambiamos algunos comentarios sobre los animales, y nos sonreímos mutuamente. Para mi fue como si viviéramos en Minecraft y, de pronto, ¡encontráramos otro ser humano en medio de ese mundo tan desierto! Me causó alegría.

No me desagrada vivir en mi casa a puerta cerrada, pero sin duda, el encuentro con los otros es algo que entibia el corazón, hasta el de los más solitarios.

Por lo pronto, nos mantendremos aquí adentro, pendientes de las noticias y las indicaciones. Repitiéndonos una y otra vez, conforme pasan las semanas, que ¡volveremos a abrazarnos!

martes, 10 de marzo de 2020

Paro Nacional 9M: ¿qué me pasó por dentro?

Un día como cualquier otro... o casi.

Sonó mi despertador, como siempre, a las 6.00 am. Sólo que ésta vez, luego de una pausa para organizar mi adormilada mente, me volví a acostar en medio del silencio de la casa en penumbras, para escuchar si Renato, mi hijo de doce años, reaccionaba a su despertador y se echaba a andar por sí mismo. Estaba lista para levantarme a despertarlo si no escuchaba ruido, para que no se le hiciera tarde para la escuela. Pero no fue necesario, la luz afuera de mi recámara se encendió, y la casa comenzó a cobrar vida. Sonreí, él había cumplido su palabra, se levantó solo y estaba preparando su propio desayuno como habíamos acordado ayer, cuando le di su beso de buenas noches.

El sueño me ganó, y cuando volví a abrir los ojos, 15 minutos después, escuché el inequívoco sonido de las prisas: puertas que se abren y se cierran en la cocina, pasos apresurados en la planta baja, y la orquesta in crescendo de platos, vasos y sartenes en la cocina. Tuve que hacer un verdadero esfuerzo para no levantarme y ayudarlo. Me sentí triste de no hacerlo.

¿Por qué hoy?
Hoy, 9 de marzo del 2020, es el Paro Nacional de Mujeres, #undíasinnosotras, sin precedentes en México, en protesta por el creciente número de feminicidios y la impunidad de siempre.

Kurczyn y Rodríguez, economistas de City Banamex, preveen que alrededor de 7 millones de mujeres se ausenten de sus trabajos remunerados, y que una cantidad mucho mayor también haga paro en sus labores no remuneradas, tales como las tareas del hogar, el cuidado de los niños, los viejos o los enfermos, así como en su consumo (no compraremos nada). Esto representaría más del 50% del valor agregado de la economía en un día.

Algunas escuelas suspendieron clases, otras apoyaron a sus maestras y alumnas si querían parar; en nuestro caso, la escuela abrió sus puertas sólo para los alumnos varones, que serán atendidos por los pocos hombres que trabajan ahí, tanto en el área administrativa como académica, y dedicarán el día a tener dinámicas y reflexiones en torno al significado de esta "desaparición voluntaria" de las mujeres en su entorno. Muchas empresas declararon su apoyo a sus empleadas ofreciendo no ejercer sanción alguna si se sumaban al Paro. Padres, tíos y amigos aliados están llevando a los niños a la escuela, como fue nuestro caso.

Una vez que los ves, ya no puedes dejar de verlo.
En lo personal creo que esto es un parteaguas cultural para México, poderoso y doloroso también. El inicio de una nueva etapa en donde ya no será posible no ver esta violencia que se ha normalizado al grado de hacer del feminicidio un fenómeno en aumento por todo el país.

No será, por supuesto, un cambio espontáneo ni automático; será complejo, difícil. Pero ya se cayó el telón, ya se expuso ante los ojos de todos, con el apoyo de las redes y de muchos medios de comunicación en donde se ha analizado el tema extensivamente durante las últimas semanas.  También ha sido tema de sobremesa en muchos hogares, lo que ha generado debate, reflexión y también polarización. Ya no podemos hacer como que no sabemos; algo ya cambió. Y el cambio, seguirá generando cambio. Cuando el mecanismo de la transformación se echa a andar, pese a la resistencia, es imparable. Y esta resistencia se manifiesta también en nosotras mismas.

Mi resistencia involuntaria.
La resistencia no es menor. El día de hoy me propuse observarme con curiosidad, estar atenta a mis pensamientos, emociones, reflexiones, a mis impulsos y hábitos en mi forma de relacionarme con el mundo, con mi entorno, con mi familia. Y el ejercicio ha sido auto revelador:

Me he dado cuenta, por ejemplo, de cómo con todo y mi bagaje feminista, con todo y que me considero una activista en el tema, me cuesta trabajo deshacerme de mis introyectos que contribuyen a la normalización de la inequidad.

Esta mañana, me sentía triste y, sobretodo culpable, al imaginarme a mi hijo arreglándoselas con algo tan simple como prepararse su desayuno y su lunch para la escuela. Aunque él estaba contento y emocionado por la oportunidad de apoyarme para que yo participara en el Paro.

Al mismo tiempo, me sentí orgullosa de ver que he criado a un niño sensible a estos temas y creo que este Paro será una experiencia importante para él. Fue por eso que me amarré el corazón, las manos y los pies, para no levantarme a ayudarlo, y dejarlo vivir la experiencia, sentirse parte de esto.

Me quedo pensando muchas cosas con respecto a mi rol como cuidadora, y me doy cuenta que me gusta, que levantarme no me habría representado una carga -aunque me cueste trabajo madrugar. Y no porque atender a mi hijo sea un signo de inequidad; especialmente no cuando tiene un papá que, pese a que no vive con él, está muy presente y comprometido con su crianza. Lo que me pareció una señal de alarme ¡fue mi sentimiento de culpa! ¿De qué introyecto me viene eso?

En realidad, es muy importante que él experimente mi ausencia el día de hoy -y la ausencia de Tere, que nos ayuda normalmente en casa-, para que no de nunca por sentado que las cosas se hacen solas, o que las hace alguien por él porque "así debe ser". Que se dé cuenta del esfuerzo que implica cada servicio o cuidado que recibimos; que note la importancia que tiene que hagamos equipo, que nos apoyemos.

El privilegio de poder hacer el Paro. 

Este Paro nos ha hecho valorar la presencia -a él, la presencia de su madre; a mi, lo afortunada que soy de poder estar presente- y darnos cuenta, de forma muy limitada pero contundente, de lo que implica la ausencia -aunque sea apenas simulada y por un día, aunque para él sea como un juego emocionante; porque en realidad, por fortuna, su mamá no es una de las diez mujeres que desaparecerán el día de hoy en México.

El Paro, sin lugar a dudas, tendrá un impacto trascendente hacia afuera. Y también, qué importante, tendrá un impacto profundo en nuestras familias -donde se gesta parte de la transformación-, y dentro de cada una de nosotras que elegimos desaparecer, desde el privilegio de poder hacerlo sólo simbólicamente, este 9 de marzo del 2020.

#undíasinnosotras #niunamás #sororidad #soymamáymás

Que pronto veamos los frutos de la equidad: un mundo más seguro, más amable, más justo, para tod@s.

miércoles, 4 de marzo de 2020

¿Para qué sumarnos al Paro Nacional de Mujeres este 9 de marzo?

Este es el tema hoy, por todos lados. Asombrosa la forma en qué ha tomado fuerza la iniciativa de que las mujeres "desaparezcamos" voluntariamente este 9 de marzo, en un afán por hacer visible la invisibilidad de lo relacionado con nosotras en muchos sentidos:

En este video, que hice inicialmente para compartir con las mujeres que trabajan con nosotras en nuestra empresa familiar, comparto mi reflexión al respecto, y la manera en que yo creo que pueden apoyarnos mejor los hombres que tienen la disposición de hacerlo.

Como siempre, invito al diálogo y a la reflexión colectiva, te invito a que, en su caso, practiquemos nuestra capacidad de disentir respetuosamente, te invito a recibir con apertura mis reflexiones, y a compartirlas si en algo te hacen sentido. Me comprometo a leer tus reflexiones o comentarios de la misma forma.



#sororidad #pornosotrasyporellos



viernes, 14 de febrero de 2020

Magia, Oportunidades y Encuentros Cercanos del Tercer Tipo / Magic, Opportunities and Close Encounters of the Third Type

Entrada Bilingüe/Bilingual Post

Hoy me siento como en una película. Una de esas películas con situaciones tan inverosímiles que hasta nos hacen exclamar.... Ay, ¡qué jalado! Y es que así de inverosímil es lo que acaba de ocurrir. Te cuento.


I feel like if I was a character of one of those movies with such unlikely situations that we are prompt to exclaim... Come on!! But that is exactly what just happened today, the most improbable situation.

Voces en mi computadora / Voices in my computer
Hace 9 años, cuando estaba en el proceso de escribir Lecciones para Volar, comencé a recibir una señal de audio desconocida en mi computadora. No tenía ni idea de lo que era, pero escuchaba voces hablando en ruso que de repente comenzaban a sonar como si sintonizara una estación de radio. Recuerdo que Sabina y yo bromeábamos diciendo que tal vez estábamos agarrando la señal de unos hackers... La señal siguió escuchándose en mi computadora cada vez que la encendía, y de pronto empezaron también a escucharse voces que hablaban en inglés.

Nine years ago, while I was writing my book Lecciones para Volar, I started to receive an unknown audio through my computer. It was like if I had a short wave radio installed in there. Voices speaking in Russian would suddenly start sounding while I was typing my own story. Sabina, my daughter, and I, would joke about being hacked... The signal kept coming each time I put on my computer and, soon, I started listening to voices that spoke in English.

Comencé a prestar atención e identifiqué personajes. Hablaba con regularidad una voz femenina que se llamaba Stacy. En otras ocasiones, un compañero de Stacy también agarraba el micrófono, se llamaba Tom. Ellos dos se comunicaban, como por radio frecuencia, con dos personajes llamados Mike y Satoshi-San. Un día, Mike dijo:

I started paying more attention to what I was listening and I identified certain characters. A femeiine voice would speak often, her name was Stacy. There was also Tom, her colleague. Both of them would communicate, through something that sounded as some sort of radio ham, with two other people called Mike and Satoshi-San. One day, Mike said:

-De frente a Houston, de frente a la Tierra.
-Facing Houston, facing the Earth.

Una señal de la Estación Espacial Internacional, perdida
A radio wave from the ISS, lost.
Y ahí nos cayó el veinte. Lo que estábamos escuchando era la comunicación entre dos astronautas y Houston, la Tierra. Estábamos impactados. Comencé a grabar las voces cada vez que se colaban a través de mi computadora en mis horas de trabajo. De hecho, en los audios, hasta se escucha como tecleo en el tablero mientras ellos hablan. Más tarde, al escucharlos durante varias semanas, nos dimos cuenta que los astronautas eran parte de la tripulación, de la Expedición 29 de la Estación Espacial Internacional, EEI, y confirmamos la identidad de nuestros "amigos" en la página de la NASA, donde salían los nombres y las fotos de la tripulación en ese momento.

It was then that we got it. What we were listening to was the radio communication between two astronauts and Houston, the Earth! We were astonished. I started recording the voices each time they came through my computer during my working hours. In fact, when you listen to them, you can also listen to me typing while they talk. Later on, after listening to them for several weeks, we realized that the astronauts were part of the Expedition 29, residing at the International Space Station, ISS, and we confirmed their identity of our "pals" at the NASA website, where we found the pictures and names of the current crew.


En aquel tiempo, más allá de lo extraordinario que nos parecía estar recibiendo esa señal, para Sabina era algo increíble. Tenía 10 años, y su sueño desde que tenía como 4 era ser científica para convertirse en astronauta algún día.

Receiving that signal was quite outstanding. But the real gift was for Sabina, 10 years at the moment. Her dream had been, since she was 4, to be a scientists and, eventually, become an astronaut.
Era tan recurrente esta comunicación, que hasta se coló en mi novela. En la historia de Lecciones para Volar hay un pasaje donde se cuenta este raro incidente, y en otro la protagonista incluso se comunica con una astronauta.


The communications went on and happened so often, that they even became part of my novel. In the story of Lecciones para Volar, the mother listens unexpectedly to some astronauts in her computer; in another one, the main character exchange some emails with an astronaut.

Hasta ahí se había quedado la anécdota. Hasta hoy.
The anecdote stopped there. Until today.


Cuando los sueños se cuelan en la realidad /
When dreams sneak into reality
A nueve años de aquella experiencia singular, Sabina está estudiando Ciencias Políticas (la vocación tiene maravillosas maneras de encontrarte) y, como parte de sus actividades extra escolares, está participando como Delegada en un evento estudiantil llamado Student Conference for National Affairs SCONA, en Texas A&M University.

Nine years after that strange experience, Sabina is studying Political Sciences (the call has mysterious ways of  getting to people) and, as part of her extracurricular activities, she is participating as Delegate at the Student Conference for National Affairs, SCONA, at Texas A&M University.



Esta mañana, me escribió un whats para preguntarme si recordaba el nombre de los astronautas que escuchábamos cuando estaba escribiendo mi libro. Me llamó la atención su pregunta, pero ella me explicó que acababa de escuchar una conferencia dictada por un astronauta que estuvo en la EEI. Estaba encantada con la conferencia y le había llamado la atención su visión, verdaderamente global, que no descalificaba a "los rusos" a diferencia de otros conferencistas. Comentamos lo mucho que cambiaba la visión del mundo una experiencia "extraterrestre" como la que tienen los astronautas en sus misiones al espacio.

This morning, she texted me to ask if I recalled the name of the astronauts that we used to listen to, while I was writing my book. I was intrigued by the question, but she explained that she had just listened to a conference by an astronaut who had been at the ISS. She was amazed by the fact that, unlike other speakers, he didn't disqualified "the Russians". We talked about how much an "extraterrestrial" experience changed the astronauts' vision of the world.

Me metí a mis archivos a buscar los audios aquellos, y cuando le mandé los nombres de los dos astronautas que teníamos identificados, Sabina me contestó emocionada. "¡Es él, mamá!, ¡es Mike!" No podíamos creerlo. Rápidamente le hice llegar el audio para que lo pudiera compartir con él y dice que le conmovió hasta las lágrimas escucharse a sí mismo, desde el espacio. Hicimos posible un pequeño viaje en el tiempo...

I searched in my files and found those audios. When I sent her the names of the two astronauts that we had identified, Sabina answered with excitement: "It is him, mum! It's Mike!" We couldn't believe it. As soon as I could I sent her the audio to share it with him. He was moved and startled to listen to his own voice from the space. We made possible an improbable time travel...

Por supuesto preguntó ¿cómo era que teníamos esos audios? Sabina le contó la historia y él, junto con mi hija y yo a la distancia, simplemente disfrutamos del misterio de la magia que ocurre en la vida real.

Of course, he inquired how was that we had those audios! Sabina told him our story and him, together with my daughter and me in the distance, simply enjoyed of the mystery and magic inherent to real life.

Asombro: aquí tienes las puertas abiertas /
Awe: you are welcome here
No puedo dejar de imaginarme los improbables caminos que tuvimos que recorrer para que Sabina llegara, de ese octubre de 2011 en mi estudio, escuchando las lejanas voces y soñando en grande, hasta este febrero de 2020, donde vive su sueño, se abre camino, crea sus propias oportunidades y es testigo de que la magia sí existe, incluso en este mundo que a veces nos hace olvidarnos de las cosas más pequeñitas y más importantes, como los encuentros humanos, que nos hacen vibrar el corazón, incluso más allá de los éxitos, las famas, los dineros o prestigios que perseguimos.

I can't help imagining the serendipity that we had to live for Sabina to go, from that October 2011, at my studio, listening to voices from afar, and dreaming big, to this February 2020, where she is living her dreams, building her own paths, creating her opportunities, while witnessing that magic exists, even in this world that quite often make us forget about the most important things, such as the human encounters that make our hearts beat harder than our quests for fame, success, money or prestige.

Que nunca, nunca, perdamos la capacidad de asombro, la sensibilidad para ver las coincidencias que nos maravillan, y las ganas de establecer encuentros cercanos del tercer tipo, al más puro estilo de la ciencia ficción, pero en la vida real que, lo tengo probado, es aún más extraordinaria.

I long for us to keep nurturing our sense of awe, our sensibility to perceive coincidences that make us wonder, and the desire to establish "encounters of the third type", just as in SciFi but in our real life that, I know for sure, is even more extraordinary.

Yo hoy, nos siento amigas del astronauta Mike, así que celebraré con eso el día-del-amor-y-la-amistad. ¡Feliz San Valentín a todos!

Today, I feel that we are friends with the astronaut Mike, and I think that is great for a February 14th. Happy Valentines' everybody!

#magia #asombro #leccionesparavolar #mikefossum #sanvalentin #diadelamorylaamistad #magic #awe #valentines

P.D. Aquí les comparto el legendario audio: https://soundcloud.com/lilyan-de-la-vega/m-fossum-est-int-esp-oct-2011

P.S. I share hereby the legendary audio: https://soundcloud.com/lilyan-de-la-vega/m-fossum-est-int-esp-oct-2011



jueves, 28 de noviembre de 2019

Juventud y Trascendencia

Inesperada Epifanía

Hoy tuve una experiencia de un instante que quiero compartir aquí. No duró más que unos segundos, pero fue profunda, intensa, reveladora.

Tengo unos meses tomando clases de yoga, reconectando con mi cuerpo, haciendo consciencia de él, poniéndole atención, cuidándolo, haciendo un esfuerzo consciente por fortalecerlo. El proceso ha sido gentil gracias a que asisto a una clase muy básica, y a que la maestra es extraordinariamente cuidadosa y se asegura de estar muy pendiente de cada uno de los participantes en la clase. El promedio de edad de los alumnos debe estar alrededor de los 50. Los polos van de los 35 a los 70. Estoy justo a la mitad.

El Cuervo

El día de hoy hicimos varias posturas en preparación para la postura del Cuervo (Bakasana), a la que eventualmente llegamos -o llegaron... yo me quedé como a medio cuervo; me ganó el miedo a irme de cabeza-. Como se trataba de una postura nueva para muchas y de cierto grado de dificultad para los principiantes, la maestra fue muy poco a poco explicándonos cada movimiento de la secuencia para llegar a ella. En algún momento tomó como modelo a una chica que no pertenece al grupo, sino que el día de hoy participó en nuestro horario excepcionalmente. Se trataba de una joven como de unos 18 años, ligera, flexible, fuerte y con esa maravillosa actitud que tenemos a esa edad -y que no deberíamos perder nunca- de creer que todo lo podemos; ¡y lo podemos!


Lo que se fue

Cuando, con la guía de la maestra modeló una de las posturas de la secuencia, durante un instante tuve una sensación que no había tenido antes: sentí una punzada de tristeza de pensar que nunca, por más que me esforzara en cuidarme, en fortalecerme, en reconectar con mi cuerpo, nunca volvería a ser tan joven como ella. Sé que suena obvio, pero aunque racionalmente lo tengo claro desde siempre, fue como una realización, un veinte que cayó, un encuentro de frente con mi realidad cronológica.




Lo que trajo 

Todo esto ocurrió en escasos tres segundos, y luego, como una especie de relámpago, llegó a mi corazón otra sensación: una serena alegría. Ésta vino de un lugar inesperado, el recuerdo de mi hija.

El momento del relámpago me hizo recordar a mi hija, de 19 años, que bien habría podido ser esta compañerita de clase ocasional. Y ocurrió un extraño proceso de lógica que me llenó el corazón de paz: yo nunca volveré a tener esa juventud, pero mi hija la tiene. Por alguna causa que aún no comprendo del todo, sentí sonreír a mi corazón. Me emocionó pensar en Sabina, en su juventud, en su fuerza, en su disciplina; en su pasión por la vida, en todo el camino frente a ella, en su vida fresca; en su recién estrenada vida de joven adulta, con alas propias, con sueños que persigue con ahínco, con posibilidades infinitas ante sí.

La alegría serena se tornó en gratitud. Y me vino a la mente la palabra trascendencia. Mi juventud dio paso a la suya, mi vida dio paso a la suya, y verla, saberla floreciendo, con sus tumbos y conquistas, me hace abrazar de una forma que no había sentido antes, mi espalda baja adolorida, y mis ganas de seguir cuidándome, quizá más ahora que nunca antes, al tiempo que reconecto con mi intención de seguir creyendo que ¡todo lo puedo!


Termino con esta referencia simbólica al cuervo, que me parece acompaña atinadamente mi experiencia de esta noche que, curiosamente, es noche de Acción de Gracias:

"Entre los indios americanos, el cuervo tiene un significado de metamorfosis y simboliza los cambios y la transformación. A menudo, el cuervo es honrado entre los hombres y la medicina sagrada de las tribus debido a  sus cualidades que cambian de forma. El cuervo es llamado en los rituales chamánicos porque aclara mucho las visiones del chamán. El cuervo totémico ayuda al chamán ante dudas de visión, y le aporta claridad." (Fuente; https://totemanimal.org/2013/03/12/cuervo-totem/)

Voy por esa claridad, por esa flexibilidad para la metamorfosis y por esa sabiduría para hacer a un lado las dudas y simplemente dejarme ser, fluir, como dijo hoy mi maestra, entregarme.

martes, 19 de febrero de 2019

Una pérdida, una lección y una promesa


El fraude

Perdí mi coche. Sí, tal cual, lo perdí en un mal movimiento. Me defraudaron de esa forma en que tú juras que nunca te pasará a ti: cliente interesado que te inspira mucha confianza, negociación fluida, cita en el banco para depositar un cheque certificado, miedo y ganas de confiar, entrega del auto con todo y papeles y… ¡plop! Cubetada de realidad: el cheque-salvo-buen-cobro que te dio mala espina, efectivamente, ¡rebotó!

Como me dijo el Ministerio Público, “señora, regaló su carro”. Esa fue la pérdida. La lección fue lo más importante de toda la experiencia. Y no, no tuvo que ver con ese pedazo de sentido común y lógica básica que no apliqué: claro que sabía que corría un riesgo al tomar un cheque-salvo-buen-cobro. Esa lección ya la había tomado, aunque claramente no la apliqué en lo absoluto. 


Un muy mal hábito

La gran lección que aprendí sobre mi misma tiene que ver con algo que –ahora me doy cuenta- hago a menudo, y que suele tener un costo para mí: quedarme incómoda yo, con tal de no incomodar al otro.

Este mal hábito siempre tiene un costo para quien lo ejerce. A veces es sutil, y pasa casi desapercibido, aunque puede quedarse acumulado en forma de arenitas de resentimiento que se van juntando en el corazón. Otras veces, como ésta, el costo es más tangible y sin ningún eufemismo: me costó el auto.

En la parte intangible, también tuvo un costo muy claro: mi tranquilidad. Durante varios días tuve miedo, me sentía paranoica y vulnerable de pensar que la persona que se llevó mi auto, se llevó también mis documentos con datos personales y algunas anécdotas compartidas durante la “tranzacción”, que revelaban detalles sobre mi familia.

La lección

Todo eso va sanando, poco a poco. Luego de los necesarios trámites en el banco, la denuncia ante el MP y los ajustes financieros que implicó este fraude, la vida retoma su cauce normal. 


Pero esta vez, seguro no pierdo la lección, y te la comparto a ti, con la esperanza de que puedas reconocer los síntomas de este mal hábito de pasar por encima de mi misma con tal de no incomodar al otro, si acaso los reconoces un día.

Te cuento como fue:

Luego de un par de llamadas telefónicas para ponernos de acuerdo para mostrarle el auto primero, y para llegar a un precio conveniente para ambos, el supuesto comprador y yo nos quedamos de ver en mi banco para depositar un cheque de caja en firme; así lo habíamos acordado.

La estrategia

Rodoflo Ibarra –así se hizo llamar-, llegó a toda prisa. No dejaba de hablar ni un momento y me contó que se había escapado de la galería donde tenía montada una exposición (dijo que era corredor de arte, ¡qué cliché!), para venir a cerrar la operación; tenía prisa, así que sacó el cheque de su cartera y, literal, lo puso frente a mis ojos un instante señalándome con el dedo mi nombre y la cantidad acordada. Lo volteó para que viera que estaba impreso por la parte de atrás también con mis datos.

En seguida, a paso apresurado, tomó un turno para pasar a la ventanilla a hacer el depósito, mientras nos preguntaba, a mi hermano y a mí, sobre lo que hacíamos en la vida. Halagada por poder hablarle de mi libro (gran estrategia, ahora lo veo), me distraje contándole la historia, que lo había escrito para mi hija, que tenía otro hijo, etc. Mi hermano le contó que era fotógrafo y él lo interrumpió para decirle que estaba de suerte; necesitaba sus servicios en la exposición. ¿Tendría oportunidad de ir a la galería al día siguiente a tomar algunas fotos?

Incomodidades

En eso iba la plática cuando lo llamaron de la ventanilla; nos acercamos y la señorita de la caja me pidió retirarme a sentar porque sólo podía atender a una persona por turno. Incómoda, obedecí. Tan pronto terminó de hacer el depósito, me entregó el recibo, y yo le entregué los papeles de mi auto mientras caminábamos al estacionamiento para entregarle el carro.

Cuando vi el recibo, me di cuenta de que decía “salvo buen cobro”. De inmediato le dije que no habíamos quedado en eso. Me respondió que no tenía por qué preocuparme, que dado que su cheque era de un banco distinto el depósito quedaría en firme al día siguiente, pero que siendo un cheque certificado estaba respaldado por su banco y yo no tendría ningún problema. Me sentí incómoda.

Me sentí incómoda primero, porque habíamos quedado que sería un cheque de caja, que según mis investigaciones era el más seguro; también me sentí incómoda porque en ese momento me di cuenta de que estaba corriendo un riesgo. Sin embargo, también me dio pena mostrarme desconfiada; hasta ese momento me había parecido una persona “decente” y no lo quería incomodar. También recuerdo ahora una vaga sensación de miedo… ¿y si se enojaba por mi reclamo?

En el trayecto hacia el carro, siguió hablándonos de su exposición y caminando a toda prisa. Nos compartió también que su esposa y él tenía un bebé recién nacido y que ella estaría muy emocionada con la camioneta. No dejé de sentirme incómoda y comencé a ponerme nerviosa, a sentir miedo, pero todo lo descarté. Me dije que no tenía por qué desconfiar, su apariencia (sí, las apariencias engañan) me hacía pensar que era verdad todo lo que me iba diciendo, y me traté de convencer a mí misma de que mi sensación de desconfianza era infundada.


Desorientada

Todo esto sucedía en fracciones de segundo; viéndolo en retrospectiva suena absolutamente irracional. Y así fue. La realidad es que me sentía aturdida, desorientada.

Entre su estrategia de la prisa, de no dejar de hablar, de presentarse vestido “como una persona decente”, de generar una sensación de cercanía y confianza al hablarnos de su familia y preguntar por la nuestra, y mi tendencia a ser “linda” y no incomodar a los demás, incluso a costa de sentirme incómoda yo, fui el blanco perfecto para su fechoría. Caí redondita, pagué el precio de no escuchar mi propia voz, de no hacerla escuchar, y de estar dispuesta a que pasen sobre mí para no caer mal, para no verme mala onda, para ser linda, para no hacerlo enojar… 


Conclusión


Con respecto al carro ya no hay nada que hacer. El seguro no aplica porque no fue robo, sino fraude; la policía ya tiene los datos y, bueno, ojalá y hagan su trabajo –pero ya no está en mis manos. Yo en realidad ya lo solté. Una cosa buena que me ocurrió ese día fue, al llegar a mi casa después de ir a hacer la denuncia, recibir tanto amor, contención y cero reclamos de las personas a las que más amo. Y sobre todo, sentirnos juntos, seguros y abrigados por nuestra familia y sensación de hogar. Me sentí llena de gratitud.

Una amiga me sugirió algo: prométete a ti misma que nunca más vas a volver a quedarte incómoda tú para no incomodar a otro, así sea alguien importante para ti. Y creo que es una promesa necesaria; te invito a hacerla tú también.

Y por supuesto, no se trata de ir por la vida ahora pasando por encima de los demás. En realidad, se trata de cuidarnos y cuidar al otro en el mismo nivel. Dicen que en las grandes operaciones de negocio, justo cuando ambas partes dicen estar listas para firmar, se hacen una pregunta final:
 ¿nos sentimos cómodos los dos? Si alguno dice no, se vale siempre volver a empezar.

*Todas las imágenes las tomé de internet sin ánimo de lucro. Si alguna es tuya y quieres que te de crédito o que la retire, por favor házmelo saber.