El beso azul, de María Amaral, fue tomado de este blog.
Con un guiño para Victor y sus frases provocativas
¿Qué es un beso? Dice el diccionario de la RAE en una de sus definiciones que es el "golpe que se dan las cosas cuando se tropiezan unas con otras". De verdad, no lo estoy inventando, eso dice. Y yo que andaba buscando inspiración para darle continuidad a la enigmática frase de mi amigo Victor: "...esos besos que dejan en paz".
Me quedé preguntándome, ¿de verdad hay besos que dejan en paz? Cuando pienso en besos se me inquieta la piel de alguna forma: de deseo, de ternura, de gozo, de amor, de cariño o incluso de repulsión. Pero no precisamente de paz. Sólo hay una imagen que me viene a la mente cuando trato de relacionar besos y paz. El beso que le doy a mis hijos antes de irme a dormir, cuando ellos ya están en su quinto sueño y respiran tranquilos, confiados, sin ningún dolor ni preocupación. No puedo irme a la cama sin ese ritual. Y cuando no están en casa, lo hago con la mente y sí, me llena de paz.
Y no es lo mismo que un beso de las buenas noches. Ese suele ser un beso un poco más apresurado: ¡a dormir que mañana madrugamos! Es un beso que tiene la función de un punto final para el día; en el caso de Renato, el más pequeño, es también un intento de pase mágico para encontrar el botón de pausa del inquieto chiquillo que me pone de cabeza todo el día. Pretende ser sedante sin lograrlo, se vuelve divertido con sus risas que me indican que se resiste al silencio, pero él comprende que por esa noche el show se da por terminado. En el caso de Sabina, cada vez más lejos de la niñez y más cerca de sus propios caminos, es un momento atemporal, en donde puedo ser su mamá y ella mi chiquita, aunque ya casi me alcance en estatura. Es una ventana de permiso para mi de apapacharla, de permiso para ella de dejarse apapachar.
Y luego están los besos de bienvenida, eufóricos y alegres; los de despedida, nostálgicos, tristes o cansados. Los besos enamorados... no, definitivamente no dejan en paz. Los besos habituales, de pasadita o mecánicos o casi sin notarlos, no es paz lo que dejan, cuando mucho indiferencia.
Pues no encuentro muchos ejemplos de "esos besos que dejan en paz", pero como la curiosidad mató al gato (y no lo mató muy en paz pero sí muy entretenido), seguiré experimentando con aquello de "golpear" mis labios "al tropezarme", capaz que descubro más de ese tipo de besos.
Que narrativa tan bella en su simple diversidad la que nos regalas. Pienso en esos que dejan paz como aquellos en donde más allá de la piel que se estremece e incluso acelera la respiración, pienso que la paz es ese estado de plenitud por rendirte conscientemente al presente con toda tu luz para ser y experimentar el espacio que se vibra más allá del mágico "tropezón"
ResponderEliminarGracias!!
Amiga, se me ocurre que los besos que dejan en paz, son los que se dan en verso. Muy bella y sugerente la reflexión. Un fuerte abrazo y...¡un beso!
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