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miércoles, 30 de diciembre de 2009

La vida es una ola



Esta mañana ¡surfeamos! Sí, así como lo lees, jugamos con las olas en el mar, hasta el cansancio. Saltamos con ellas, las toreamos, nos zambullimos, y hasta las montamos sobre una tabla de fibra póxica color azul... "muuuy cool", dice mi hija.

Esta fue su tercera clase. Desde la primera logró ponerse de pie sobre la tabla de surfing, y avanzar hacia la orilla. Hoy se veía mucho más segura parada ahí arriba, deslizándose sobre la superficie del agua como si nada. Es una delicia.

Y, claro, ¡no pude quedarme con las ganas! Hoy fue mi primera clase de surfing. No logré ponerme de pie más de dos segundos, pero ya domino perfectamente todas las posibles formas de caerme de una tabla (!). Hay habilidades originales... ¿verdad? Lo que sí fue delicioso fue aprovechar la fuerza y velocidad de la ola para salir hasta la orilla abrazada a la tabla, o hincada sobre ella disfrutando del viento en mi cabello.... ¡Seguiré intentándolo! Pararme sobre una tabla y avanzar con las olas del mar nunca fue mi sueño. Pero hoy, que lo intenté, me volví fan del surfing... y seguiré persiguiendo las olas, ahora desde su cresta. ¡Qué maravilla! La vida nos ofrece tantísimas posibilidades...

Y justo eso pensaba... ya saben, en vez de relajarme, dejo que mi mente siga dando vueltas y encontrando analogías por todos lados. Mientras me revolcaba una ola y calculaba hacia dónde moverme para que no me fuera a caer la tabla encima, se me ocurrió que las olas eran como las crisis en la vida. Cuando la cosa se pone dura, tenemos dos opciones: dejarnos revolcar por la ola y tratar de salir lo menos ileso posible, o aprender a ponernos en pie sobre la tabla y tratar de salir lo menos ileso posible. Me gusta la idea de aprovechar la fuerza, la furia, el estruendoso impulso de la ola y salir con ella a la orilla con mucha más facilidad de lo que lo hubiéramos hecho a nado libre... Es decir, las olas pueden ser amenazantes, pero tienen el potencial de sacarnos de la tormenta salada si sabemos aprovecharlas... tal como las crisis en la vida.

Eso prefiero, eso quiero, aprender a surfear en la vida, aprender a crecer -no sólo a pesar de sus crisis, sino gracias a ellas también.

¡Qué viva el surfing, el viento que te impulsa, las olas con su belleza amenazante, y la posibilidad de aprovecharlas para salir del mar embravecido! E incluso, ¡gozarlo intensamente!

Si nos encontramos en estos días por alguna playa, no dudes en llamarme "surfeadora". Y si nos encontramos lejísimos del mar, tampoco tengas dudas: aún lejos del agua seguiré surfeando, cada día.....

3 comentarios:

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    Abundancia en el nuevo año, un abrazo.
    Ro

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  2. Tu metáfora de las olas y las crisis es buena, pero ¿irás en busca de las crisis como si fueran olas?

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Para mi es un enorme placer compartirte lo que pienso. Si me dejas tus propias reflexiones inciaremos un diálogo que atesoraré por siempre... ¡Gracias por visitarme!