Esta noche suena un solo grillo... sí, uno solo. Es raro. De pronto se cansa y se escucha el silencio, pero sólo unos segundos. El grillo retoma su canto una y otra vez. Hay luna y es casi llena. Hay vacaciones en este fraccionamiento-resort, y para mi gratísima sorpresa, mis vecinos vacacionistas ¡no vinieron a hacer Rave! O sea, que tengo una noche de vacaciones, de luna casi llena, y de casi silencio -salvo el grillo. Es una buena noche. Se antoja sumergirse en el agua tibia y dejarse bañar por la selénica luz hasta sentirse en vuelo acuático-estelar.
Ahora, termina la magia. Ha llegado un perrito enojón a ladrarle a mi gato que dormía. El grillo desafinó y yo recordé que debo seguir trabajando...
¡Así es esto de la impermanencia!
Bonita postal la que nos regalas desde tu pequeño sitio en la que una fauna doméstica brinda matices y sonoridades al letargo de permanecer despierto mientras se inhalan las ideas de paz en aire. Qué bonita ilustración la que nos dejas también. Saludos.
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