Erika y Rebeca se sumergen en los pasos, los ritmos y los tiempos. Su fuerza cuando bailan sólo es equivalente a su femineidad irrefutable. Planean un ensamble de danza, música y poesía. Crean en el aire una construcción sensorial que, dentro de poco, será la perfección y la belleza expresada en sus siluetas en armonía y en trance.
Lilyán juega con las palabras, las amasa, las teje con los dedos hechos aguja de un estambre intangible de emociones. A lo lejos oye los murmullos, a veces voltea a verlas, escucha su debate sobre danza, movimiento y elementos esenciales.
Beatriz irrumpe, con su cándida sonrisa, y deja discreta una jarra de agua fresca sobre el escritorio. Trae el globo terráqueo que habíamos dejado olvidado en el comedor. ¡Ahí viene mi mundo!, exclamo. Ella se ríe y nos dice, ¿Por qué me dicen así? Todas reímos, desde el fondo del alma.
Somos el mundo, ella lo es. Nosotras lo somos.
Somos hadas. Cada una con alas y sueños propios. Cada una entiende en la mirada de la otra sus anhelos. Desde nuestros propios riscos y playas con oleaje enfurecido, desde nuestros propios estanques de paz y de esencias diluidas por el tiempo, nos reconocemos. Somos hadas, hermanadas por millones de hilos casi imperceptibles de caminos andados a lo largo de la historia. Somos hadas, de alas transparentes, caminando juntas para descubrir qué son y cómo se usan, para descubrir, cualquiera de estos días, que son para volar, y compartir el asombroso evento con las otras.
El mundo femenino es profundo y cautivante. Es un deleite ser mujer y disfrutarlo.
Cómo puedo no agradecerles, mujeres que habitan mi existencia, su compañía en este camino de misterios y aventura.
Gracias, amigas, todas, por estar en mi vida.
En efecto lo creo... Siempre he sentido una gran admiración por las mujeres. Su nivel de entrega, su nivel para tener el comportamiento suave como la lluvia; ser como el silencio cuando las aves pasan... Ser simplemente mujeres y a la misma vez hadas. Cómo no amarlas, cómo no tenerlas enmarcadas en el corazón, como un dolor latente, como un oscuro zafiro, como una bendición eterna, incomprensible... Como todo lo que vale la pena.
ResponderEliminarY bueno compañera, ya no había visitado su blog porque pues... Usted dejó de visitar el mío y pensé que tal vez le era molesto.
Hasta pronto. Que tenga bonitos días. Un abrazo.
Querido Reptante,
ResponderEliminarLa cortesía bloguística de devolver la visita es imprescindible! Perdón por no mantenerme al día!!! Tenía un poco abandonada la blogósfera en general, pero de ninguna manera me son molestos tus visitas y comentarios, siempre gratos y generosos.
Continuemos pues, en esto de leer las letras del prójimo cercano. Gracias por seguir aquí!