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martes, 16 de marzo de 2010

De los otros silencios 2




Esta mañana me sorpendió el cañaveral de siempre con un paisaje nuevo: un rojo intenso se entremezclaba entre las cañas con un crepitar inquietante inundándome el silencio. Era la zafra. 

Hombres jóvenes y viejos, machete en mano, rodeaban la extensión que se quemaba con furia en ese paisaje por lo general tan quieto. Estaban tan cerca del fuego que seguro no sentían el viento frío que sopla proveniente de los volcanes, desde ayer. El hermoso espectáculo era todo color en movimiento,  contrastes de texturas, danza de vida y de muerte, amenazante, airoso. Ese color de sol hipnotiza con su danza de aromas ancestrales. Se notaba en la mirada perdida de los cañeros que esperaban, pacientes, a que el fuego les hiciera espacio para seguir usando el machete. Se notaba en la gente que pasaba al lado del camino fascinada con el cuadro casi inmovil del paisaje cotidiano envuelto en bullicio de llamas. Se notaba en el silencio repentino conquistado por ese crujir casi alegre de la caña volviéndose humo negro. 

De pronto se fue todo: los gritos de los niños, el trinar de los pájaros huyendo, el ruido del motor de mi automóvil y el de mi mente en perenne algarabía... Se fue todo, y quedó ese silencio rojo derramándose a kilómetros como un río de hojas de otoño caminando sobre sí mismas, hasta volverse polvo. 

Y luego, cuando el fuego se extinguió, vino el otro silencio... un silencio de hermosa negrura cayendo como llovizna de plumaje de ébano en espiral.

Me gustan los ruidos que parecen silencio, como el del mar, del viento o del fuego... Y de toda esta imágen tan hermosa que atestigüé esta mañana, me duele saber que está en peligro de extinción. Nuestro país, en otros tiempos exportador de azúcar, hoy la importa. Los ingenios en el estado de Morelos, ya son en su mayoría monumentos históricos; el oficio de cañero desaparecerá pronto. Quienes vemos como parte de nuestra rutina cotidiana las hermosas imágenes del cañaveral y todo el proceso azucarero, somos muy, muy afortunados. Estamos viendo escenas que pronto serán sólo recuerdos... Conoce el proceso en las preciosas imágenes del blog de donde viene la foto que acompaña esta reflexión.

Aquí te comparto un poema que hice la última vez que vi ceniza lloviendo por aquí, cuando también quemaron caña en diciembre del año pasado, publicado en mi blog de Soy Poesia.

Ceniza y azúcarLilyán, diciembre 2009


Hoy cayó ceniza en mi jardín
como pétalos de luto
como cuervos deshojados
como lágrimas ya secas
como sueños olvidados
como azúcar que se quema
y guarda bajo su noche
la dulzura de la muerte
de esperar sin esperanza


2 comentarios:

  1. Amiga, en virtud de estos dos trabajos tuyos, en el País del Olvido resucitan imágenes de mi infancia rodeado de cañaverales que me secuestraban el horizonte y la alegría de la zafra con el aire oliendo a guarapo y la música de los machetes y las voces de los macheteros. Era una fiesta que al final liberaba el paisaje. También hay imágenes de mi juventud en que por otras circunstancias, fui cortador. De esa época recuerdo, sobre todo, cuando trabajaba en los campos quemados y veía, como una esperanza, el vuelo de miriadas de maripositas blancas que parecían brotar de las cenizas y le decía a mi compañero, el primer libro de poesía que publique le titularé: "Mariposas blancas sobre cenizas negras", promesa que no he cumplido pero no he olvidado ¡hace tantos años! ¡Gracias por todo esto Lilyán! En el jardín de mis sueños todos los días caen cenizas, pero también una que otra llama, llamas que encienden lo que escribes. Reitero:¡Gracias!

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  2. Qué lindos tus recuerdos, Andrés!!! Yo tuve una infancia urbana, muuuy urbana, así que la palabra cañaveral no me dijo nunca nada, ¡hasta este año en que me mudé a este paraíso y me encontré rodeada de cañaverales todos los días de camino a la escuela de mis hijos! Aún no salgo del asombro de tanta belleza, y entonces llega la zafra a inquietarme aún más con esas imágenes imposibles de fuego, viento, y cenizas lloviendo en espiral... ¡Estoy en éxtasis aún!, como pudes ver...

    Qué maravilla crecer con esos regalos para el espíritu... espero que, como tú, mis hijos guarden en su memoria esas imágenes con tanta emoción.

    Y ¡voto por que cumplas tu promesa! Que se pubique pronto Mariposas blancas sobre cenizas negras!! Quiero un ejemplar firmado!!

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Para mi es un enorme placer compartirte lo que pienso. Si me dejas tus propias reflexiones inciaremos un diálogo que atesoraré por siempre... ¡Gracias por visitarme!