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lunes, 23 de noviembre de 2009

Seguimos siendo niños

Tomo prestado el video que publicó mi prima Angélica en su blog de CNN, para reflexionar junto con ella sobre la importancia de la diversión en la vida cotidiana. Este video me fascinó. Qué poquito se necesita para sacarnos de la inercia que nos lleva día a día hacia la monotonía y los tonos grises en la vida... tan sólo unas notas musicales, un poco de color, una flor a media banqueta, un saludo inesperado, un cielo azul o unas nubes espectaculares, un viento refrescante, unos globos de colores pasando en la acera de enfrente, una pareja de viejos o de jóvenes enamorados, una sonrisa... cualquier sonrisa.



Los más sabios. los maestros, los iluminados, los que han encontrado la forma de sostener la paz interna lo dicen: ¡no hay que tomarnos tan en serio! La vida es un juego, un sueño, maya... La vida es para aprender, y la mejor forma de aprender es disfrutando.

Esta noche salí, con una querida amiga, a hacer ejercicio. El cielo estaba claro, estrellado, con una sonriente luna creciente atisbando desde las alturas. Hace un tiempo que no puedo correr. No he logrado curar la facitis plantar que me diagnosticaron desde que llegué a este hermoso lugar. Pero descubrí que la bici es un excelente ejercicio para mi, porque no me implica un impacto sobre los talones, que es lo que me mata. Así que, enfundé a mi hijo en una chamarra de franela, le puse su casco de ositos, me puse el mío estilo thundercat, y salimos muy aventureros a pasear bajo la noche...  Es lunes, se suponía que a esa hora yo estuviera dándole de cenar a los niños para acostarlos a dormir puntualmente. Pero la perspectiva de pedalear y mirar las estrellas, y de gozar de la rica charla típica de las sesiones de ejercicio entre amigas, me guiñó el ojo y no me resistí.

Qué rico es romper la rutina. Qué rico disfruar el aire fresco en mi cara mientras las llantas de la bici ruedan libres... se siente como volar, como ser niña de nuevo. Renato iba feliz, mirando los foquitos navideños que ya pusieron en muchas casas, tomando su leche en la mamila, y atesorando el recuerdo de una improbable noche de bicis para cuando haya que echar mano de recuerdos felices en el futuro... ¡nos divertimos!

Deberíamos hacerlo más seguido... ¡te invito!

viernes, 20 de noviembre de 2009

Para un hombre sonriente

Hace algunos días falleció un hombre al que conocí poco y de quien recibí mucho. Lo recuerdo sonriente, alegre, juguetón. Lo recuerdo fuerte, solidario, atento. Lo recuerdo pendiente de los suyos y de los ajenos. Lo recuerdo como un ser especial, luminoso, en paz.

Conversamos poco, nos vimos en contadas ocasiones, pero su sonrisa lo decía todo. Su sonrisa y ese ritmo pausado pero estable que tienen quienes cuidan de los demás sin descanso. Se fue sin dolor y en compañía; se fue de pronto para no hacer sufrir a quienes lo querían; se fue y dejó huellas amorosas hasta en mi, que apenas lo conocí y aprendí a apreciarlo.

La última vez que lo vi, hace 9 meses, le regalé un sombrero de plumas rosas para su disfraz de la Catrina. Se lo puso de inmediato y sonrío, como sonreía siempre, profundo, genuino, inocente, travieso. Yo lo miré y tuve ganas de conocerlo más para que jugáramos juntos, tuve ganas de tener más tiempo para conversar mirándole los ojos sinceros, tuve ganas de quererlo mucho aunque no tenía motivos. Y entendí lo mucho que todos lo querían. Me despedí de él sin saber a ciencia cierta si volveríamos a encontrarnos, pero deseando que así fuera.

Hoy sé que ese reencuentro no será posible en esta vida. Pero mi paso fugaz por sus dominios me lo dejó acomodado en el corazón y aquí lo guardo, para alimentar mi sonrisa en el camino.

Descansa en paz, Joel. Y que los tuyos encuentren la paz en tu recuerdo alegre.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Lágrimas de asombro al cuadrado



Fue tan inesperado, que me ha costado horas acomodarlo en la cabeza para compartirlo aquí, contigo. Hace unos días, durante la junta escolar mensual en la escuela de mi hija mayor - en 4o. de primaria-, nos presentaron el material didáctico que utilizan para enseñarles a los niños a comprender de forma muy concreta lo que significa un binomio al cuadrado perfecto. En el sistema Montessori, las matemáticas son algo fundamental, que le da estructura al resto. De manera que el material que usan suele ser verdaderamente asombroso.

En algún momento de la vida "aprendí" que la fórmula de esta singular operación llamada binomio al cuadrado perfecto, era a2+2(ab)+b2. Lo aprendí de memoria, no sin antes preguntar por qué era esa la fórmula, cómo habían llegado a ella, y qué significaba. Por supuesto no obtuve respuestas. Pero no importó. Como me la aprendí de memoria, obtuve palomita en la respuesta y pude dar carpetazo para siempre al algebra en mi vida.

Y ahora llego, a mis 40 bien cumplidos, incauta y muy sonriente a enfrentarme de nuevo a este binomio. En esta ocasión, en el salón de mi hija y frente a todas las mamás de sus compañeritos. Y me lo ponen sobre las manos, con todo su peso y su color... con todo su significado, su forma, su sentido. Sí, frente a mi, a partir de una cuentita de color amarillo, vi cómo se fue conformando primero un cuadrado de 6 cuentitas por lado, luego un cubo de seis cuadrados, y frente a mis ojos cada vez más grandes de azoro, un hermoso y perfecto binomio al cuadrado perfecto, de madera tricolor, hecho de piezas macizas y pesadas... una belleza indescriptible. No pude contener las lágrimas (desde el cubo en adelante), y no sé explicar a ciencia cierta el por qué de mi llanto: un poco de asombro, un poco de angustia, un poco de añoranza por todas las cosas que no he comprendido a lo largo de la vida, otro poco de dolor por aquello de lo no aprendido para lo que ya no tendré oportunidad de reaprender, y un poco de alegría ante la maravilla de comprender, de ver materializarse frente a mi lo inasible, y entender... entender...

Nunca pensé que algún día lloraría por la belleza de las matemáticas. Créeme, nunca lo hubiera imaginado, y así fue. ¿Cuántas sorpresas más me tendrá reservada la vida?

martes, 10 de noviembre de 2009

Queremos más de Eve y de la Dama Oscura

La clara sensación de ser un alien en un planeta extraño (como decía mi tarjeta de identidad "Alien Card") no me abandonó durante los tres años que viví en Japón. Así era de diferente todo: costumbres, valores, ademanes, buenos modales, demostraciones de afecto e infinidad de detalles más. Y sin embargo, a casi diez años de mi regreso a México, leo esta novela de Eve Gil que me remite a mi tiempo en Tokio, ¡y me pone nostálgica!

La novela se desarrolla principalmente en México. La protagonista, sin embargo, crece rodeada de un ambiente japonés tan bien logrado, que me costaba trabajo recordar que, de hecho, estaban en México.

La sensación de estar leyendo una historieta manga era muy clara. No soy una experta en el género, ni mucho menos, pero mientras lo leía, podía imaginar perfecto a los personajes tipo los dibujos animados nipones que veía en la televisión cuando era niña. La estructura también me remitía a una historieta.

Sho-shan y la Dama oscura es una historia intensa que atrapa desde la primera página. Tiene elementos de misterio y de aventura, y gira en torno a valores tales como la lealtad, el amor de la familia, el perdón y la aceptación de las diferencias. Es una novela dolorosa porque nos refleja el grado de violencia existente en nuestra sociedad, en especial hacia las personas diferentes, en forma de xenofobia y de discriminación.

Es una novela divertida, que encuentra el humor en los momentos más inesperados. Es interesante porque nos lleva de la mano a un mundo con el que estamos poco familiarizados: el género del Animé japonés. Es crudamente realista al retratar la impunidad, la injusticia y el tráfico de influencias en México. Es conmovedora porque también retrata el enorme valor de la unión, la confianza y el amor incondicional que puede existir en una familia.

Sho-shan fue escrita pensando en lectores jóvenes, pero también en los padres de estos lectores jóvenes. Yo no la solté hasta terminarla. Y no llevaba ni el primer capítulo cuando mi hija ya me estaba correteando para que la terminara. Ahora, es ella quien no me dirige la palabra (¡ni se la dirige, por fortuna, a la televisión!), pues está muy ocupada con la Dama Oscura.

Sho-shan es entrañable. La acabas en un trís, pero no quieres que termine. Quieres saber qué va a pasar, pero también que seguirá pasando. Con esta novela, Eve queda en deuda con nosotros, ¡porque queremos más!

Visita Sho-shan to Fujin Kuroi para ver más reseñas sobre esta obra. Y ayúdame con "votos" para que Eve no cierre su blog All about la Eve , que es una bitácora más personal, justo ahora, que su novela está despegando como si tuviera propulsor con fuerza para llegar a la luna.

lunes, 9 de noviembre de 2009

De las libertades

"La libertad no hace felices a los seres humanos.
Los hace, simplemente, humanos."
Manuel Azaña

"Subordino todos los demás valores, al valor de la libertad". Siguen resonándome estas palabras de Rosario Green, última embajadora de México en lo que fuera la República Democrática Alemana (RDA), cuando fue entrevistada en el noticiero de Radio UNAM, esta mañana. Contaba cómo vivió ella la tarde del jueves 9 de noviembre de 1989, en que cayó el Muro de Berlín. La noticia salió al aire en el noticiero de la radio durante los pocos minutos que le tomaba caminar de la Embajada a la Residencia. Así que cuando llegó a su casa, encontró a sus hijos saltando y celebrando la noticia que acababan de escuchar. Me encantó algo que dijo: "la gente de Alemania Oriental tenía mucha curiosidad de pasar al "otro lado" para ver si su calle se seguía llamando igual después de muro, para ver si la numeración continuaba... y los berlineses de Alemania Occidental los recibían con chocolates."

¡Cuántas imágenes tan emotivas se evocan de aquel día tan significativo en la historia contemporánea! Manifestantes golpeando el muro con picos ante los soldados que, sin órdenes de disparar los miraban impávidos; reencuentros de familiares después de 28 años; berlineses de un lado ayudando a trepar el muro a berlineses del otro lado; caras incrédulas, temerosas de creer que sea verdad, temerosas de creer que no lo sea; incertidumbre, miedo, emoción, esperanza.

Y es que no todo era tan claro. Por supuesto que la caída del muro implicaba libertad, y eso ya era para celebrarse, sin lugar a dudas. No obstante, también representó para muchos la caída de un sueño: de la utopía que ofrecía el socialismo, la lucha contra las desigualdades y la lucha de clases. Era una muestra clara de que el modelo se había desmoronado.

"Y sin embargo, viendo caer la muralla, uno como ser humano no podía más que alegrarse. El sentimiento predominante en esos días, fuera uno de izquierda o de derecha, era de alegría. Emocionaba ver a los jóvenes derrumbar el muro y abrazarse los de un lado con los del otro, con las lágrimas corriéndoles por las mejillas. El gesto aquel era tan razonable, tan profundamente trascendente la aspiración de romper las barreras que uno se daba cuenta de que el fenómeno superaba las ideologías y apuntaba a la realidad de que la libertad y las posibilidades humanas se resisten a los muros tanto de ideas, como de concreto o de púas."(1)

Poco tiempo después de que se abrieran las fronteras, pasé un año nuevo cruzando de una Alemania a la otra "libremente". Lo entrecomillo porque, si bien la libertad de tránsito ya estaba instaurada, mi libertad personal era precaria. Estaba donde no quería estar y con quien no quería estar, haciéndonos pasar a ambos un muy mal rato (¡perdón! 20 años después...) He cometido ese error muchas veces a lo largo de la vida. Como lo demostró la caída del muro, no es suficiente con derribar el concreto, como no lo es tampoco proclamarse a uno mismo libre para serlo de verdad. Hace falta construir la libertad: la externa, pero especialmente la interna.

El día de hoy, pues, celebro el vigésimo aniversario de la caída del muro -y los cuarenta años que llevo construyendo mi incipiente libertad, hoy menos precaria que hace veinte años, sin duda. Celebro la libertad y la posibilidad siempre latente de ejercerla en lo personal y doméstico, tanto como en lo público y social. Y lo celebro porque, en ello, es posible encontrar aunque sea un poquito de plenitud.

(1) Belli, Giocconda. "Lo que cayó con el muro". Consultado en su página web el 9 de noviembre de 2009.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

De jolgorios y velorios: mañana 8 pm


El canto a la muerte, suele ser, un canto a la vida que privilegia el recuerdo y se niega al olvido. Las coplas y la música dedicadas a la muerte están y siempre estarán, más vivas que nunca.

Fernando Híjar Sánchez

Es difícil imaginar que cantemos las mismas canciones en un velorio que en un jolgorio. Bueno, es difícil imaginarlo para quienes no son mexicanos. Para nosotros, no lo es tanto. La celebración también tiene su espacio en la muerte en este país, por paradójico que parezca. Ahí tenemos toda la tradición del Día de Muertos con su enorme colorido, sus aromas que estimulan el apetito al tiempo que invitan a los ancestros a venir por su platillo favorito. O los que estimulan el alma, como el copal o el incienso cubriéndo altares y panteones. Somos tan eclécticos, tan inevitablemente coloridos y folclóricos, que siempre resulta un deleite vivirse como mexicano. Yo lo celebro, en especial cuando llega la hora de las tradiciones. ¡Me encantan! Y creo que ésta que acabamos de pasar, es de mis favoritas. Con todo y lo nostálgica que me pueda poner, siempre se cuela una sonrisa mía en el altar. ¡Así es esto de inverosimil y maravilloso!

Una clara muestra de ello es la más reciente producción de Susana Harp. En compañía de la Orquesta Sinfónica del IPN, presentarán mañana, jueves 5 de noviembre, una selección de canciones mexicanas que se tocan con tanta algarabía como dolor, en los velorios y en los jolgorios. Si estás en la Ciudad de México, ¡no te la pierdas! El espectáculo será de recordarse: imagina la combinación de lo imponente de la orquesta con lo dulce de la voz de esta cantante oaxaqueña... ¡No me lo pierdo!

Presentación de De Jolgorios y Velorios
Donceles 36, Centro Histórico
México, D.F.

Los independientes: Salamandra


El trabajo editorial independiente es heróico. Lo sé de primera mano, y cuando lo veo hecho realidad y éxito en otras manos, ¡lo congratulo profundamente!  Ese es el caso de Salamandra, una publicación independiente dedicada a la cultura y la divulgación de la literatura, con una mirada fresca y atrevida. (Además, en este número, tengo el privilegio de haber sido invitada!)

No dejen de visitarlos: www.revistasalamandra.es.tl

lunes, 2 de noviembre de 2009

Camino a casa

Imagen tomada de: Wikimedia Commons

Veo el Popo, y lo siento como si fuera un viejo amigo cuya presencia me provoca un vuelco al corazón. Siento como si me guiñara un ojo, como si me invitara, como si sonriera por mi cercanía. Me encanta. ¡Qué bueno que no vivo junto al Popo! porque dejaría de verlo, como se deja de ver un retrato, un adorno en una casa, o hasta una caja vacía y estorbosa en un pasillo. Qué bueno que lo veo de vez en cuando, porque de esta forma, cada vez que sucede me vuelve a robar el corazón.

En el espejo retrovisor divisé de pronto la ciudad con sus altos y modernos edificios y su paisaje tan urbano. De telón de fondo la Malinche envuelta en nubes. En el camino, alrededor, el campo. Campos sembrados y rebozantes. Vacas y campos amarillos. Campos de amaranto, del color de la alegría. Pueblos pequeños salpicados de casas azules, como de Brahmines. Y valles inventados, con sólo una salida al cielo. Nubes tan bajas que me acarician el pelo. Y una fila de eslabones para llamarte de nuevo.

De frente, mis volcanes. Los que siempre han sido míos, antes de nadie. El Popo y el Izta, majestuosos e invitantes. Dejándose ver, haciendo a un lado fumarolas y camas de nubes blancas para decirme Aquí estamos, aquí estás tú, aquí está lo que eres. Aquí está a donde vas.

Nostalgia y pan de muerto


En especial, para Alis

Hoy es el mero día de muertos. El cielo estuvo azul intenso toda la tarde, el viento frío. Anocheció con luna casi llena, algunas nubes. Ya empiezan a llegar, allá a lo lejos, las tormentas. Se escuchan truenos en la lejanía. Se parece al sonido del mar embravecido rompiendo sus olas en un acantilado. Suenan cíclicos y poderosos.

Hoy no tengo ganas de escribir una Calaverita. Sólo tengo ganas de guardar silencio y de pensar en ti, que ya no estás aquí, a mi lado. Me gusta esta idea de que hoy vendrás, guíada por la luz inquieta de las veladoras que alumbran nuestro altar. Tomarás lo que he preparado para ti, compartirás mi mesa, te sentirás en casa y volverás a aquel otro hogar al que te fuiste para siempre.

Me hace gracia pensar que, con todo lo que habrás "vivido" desde que moriste, una rebanada de pan de muerto o un tarro de cerveza te motiven a emprender el viaje de regreso hasta aquí, tu antigua morada. Pero me parece maravilloso que así sea.

Me da nostalgia mirar tu foto, ver esa risa que ya no escucharé, sentir esa mirada que ya no me mira más. Extiendo mi mano y con la yema de los dedos acaricio tu rostro que se siente frío y suave, como la textura del papel fotográfico. Sonrío... a veces las sonrisas también pueden ser tristes.

Hoy deberíamos jugar a que no te fuiste para siempre, que tenemos un día de "tiempo fuera" para volver a celebrar. De eso se trata también nuestro Día de Muertos, de reirse con la Catrina y jugar a que no nos da miedo, ni pesar. Pero hoy no tengo ganas de jugar, ni de reirme de la Flaca. Hoy, sólo quisiera mirar tus ojos vivos, sentir tu abrazo cálido, infinito, acurrucarme en ti y decirte cuánto te quiero, mamita.