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domingo, 31 de enero de 2010

Ciclones y verdades


También lo que no me gusta está bien. Cada cosa está en su lugar. Cada situación o condición de mi vida es un "efecto", proveniente de una "causa". O dicho más simplemente, cada cosa tiene -inherentemente- su razón de ser, a veces evidente para mi y otras no tanto. Pero sé que así es. Saberlo me da paz. Me permite acercarme a la reconciliación, a la aceptación, a observar mi realidad sin juzgarla -o al menos a intentarlo con mayor conciencia. 

Hace unos días hubo otro terremoto en mi vida. Una "réplica" sería una mejor forma de describirlo. Una secuela de marasmos y tormentas pasadas, un indicio de que, por supuesto, aún tengo áreas de oportunidad (¡muchas!) para crecer, para soltar, para asumir lo inevitable: la inestabilidad de todo lo que existe, el cambio, la impermanencia.

El "desastre" trajo consigo, como lo habrían hecho las olas posteriores a un ciclón, un montón de escombro: basura emocional, reproches sin sentido, dolor que se volvió agresión, y una brutal dósis de verdades y secretos liberados. La forma fue la menos adecuada, pero liberar secretos y mentiras fue, me parece, sano y positivo.

Es increíble lo que puede doler a veces la verdad. Y sin embargo, como lo dicen todos los sabios, la verdad libera. 

Me gusta vivir en la verdad. Me gusta tocar la sensación de transparencia, de integridad... aunque quisiera poder vivirla en paz, sin más motivación que la verdad misma. Sin más afán que ella misma... y la luz que irradia un corazón del color del aire o de la luna llena a media tarde... traslúcida, blanca, pura. 

No quiero sólo rozarla... quiero estar ahí, completamente. Y el mejor camino que he encontrado para intentar, intentar e intentar, es el Dharma. 

Me siento emocionada, alviada y agradecida de que, en unos cuantos días, estaré de nuevo ahí, escuchando las enseñanzas de mi Lama, Toni Karam. ¡Cuánto lo había extrañado! Qué afortunada...

viernes, 29 de enero de 2010

La paz: un anhelo posible

"Es un monstruo grande y pisa fuerte"... cantaba Mercedes Sosa sobre la guerra. Cuánta falta nos hace falta la paz. Y habría que empezar por la del propio corazón. El mío no termina de estar en guerra, y yo no dejo de buscar la paz para arroparlo. 

A continuación, un hombre que lucha por la paz mundial y que, estoy segura, lleva un buen trecho ganado para conquistar la paz interna.

Mi admiración!




miércoles, 27 de enero de 2010

Cultivo de cosechas

¿Qué cultivamos con los años? Recorremos el tiempo casi sin sentirlo. Como quien maneja en trance, distraído hasta llegar a su destino sin mirar el paisaje que atraviesa. Y de pronto llegamos a la puerta esperada y nos espanta darnos cuenta de que no tenemos idea cómo llegamos a casa. 

Así vamos por la vida, sin notarlo. Y sin embargo vamos cultivando. Un día volteamos hacia atrás y miramos el camino que dejamos a lo lejos, y nos vemos al espejo y sabemos que ha pasado el tiempo, que no somos los mismos, que además del cansancio de los ojos y el confeti de canas, hay algo aquí muy dentro, diferente: tenemos una historia, sabemos sonreírle a la tristeza, acompañar la soledad, abrazar el dolor, y sentirnos contentos con todo lo que ha sido -hasta con aquello que en su momento no fue grato. Ahora cobran sentido esas palabras sabias que alguna vez leímos o escuchamos. No necesariamente son ya nuestras, pero se acomodan mejor que en el pasado en alguno que otro hueco de la vida.

Sí, eso pasa con los años. Vamos aprendiendo de vivir aún sin proponérnoslo. Cultivamos comienzos, errores y reinicios; cultivamos intentos acertados y fallidos; cultivamos la vida -que es el mejor sinónimo de cambio y movimiento; cultivamos amor, muy imperfecto; cultivamos maneras de existir y ser felices sin dañar a otros... no siempre lo logramos; pero es inevitable, caminamos y vamos cultivando, caminamos dejando a nuestro paso un terreno sembrado de experiencias. 

Y un día, justo cuando el reflejo en el espejo comienza a parecer extraño, notamos con sorpresa su presencia: algo como una flor en la mirada, algo como de sol en la conciencia, algo como de paz dentro del pecho, algo como sonrisa hasta en el alma. 

Tal vez, sólo tal vez, comience la cosecha.

domingo, 17 de enero de 2010

2010 aquí y ahora

Desde hace una década que regresamos de Japón, llevo a cabo uno de los rituales más hermosos que conocí en ese país que tiene tantos. Allá aprendimos que, para iniciar el año, algunas familias llevan a cabo una ceremonia personal en la que, a manera de meditación, trazan con la técnica de caligrafía japonesa, un ideograma (kanji) que represente la palabra o concepto que desean les acompañe durante el año.

A diferencia de nuestros propósitos de año nuevo, esta es una sola palabra -o dos cuando mucho-, que engloba lo que cada uno quiere, necesita o anhela durante el ciclo que inicia. Al trazarla con un pincel y tinta china, para que los acompañe durante el año, construyen una especie de faro o luz para no perderse en el camino. Una vez terminada mantienen su obra de arte a la vista durante el año , para que en los momentos difíciles en los que se extravía el camino, el kanji les recuerde hacia donde seguir avanzando.

Así pues, la palabra que se elige es importante. Debe reflejarnos de forma genuina y profunda, reflejar el instante que vivimos y la cima que queremos alcanzar. Debe resonarnos, debe sentirse propia y una con nosotros mismos. Debe ser nuestra de verdad.

El concepto que elegí para este 2010 es: momento presente, como en aquí y ahora, como en este instante, como en no vivir en el pasado, ni en el futuro, sino aquí mismo, en el hoy.

Desconozco si este ritual tiene un nombre, pero me parece una hermosa forma de entrar en contacto con nuestro interior, con nuestras emociones, con quienes somos en este momento y quienes aspiramos a ser a lo largo de los próximos meses.

Ya anocheció. Pasó el día, tan soleado y bonito, en un santiamén. Mi casa estuvo llena de personas muy queridas que me acompañan en la vida últimamente. Compartimos el ritual del kanji de año nuevo, y tuve oportunidad de trazar con ellos sus anhelos en papel de arroz. ¡Qué bendecida me siento con tanto cariño y amistad! 

Más allá de si sabes o no trazar un kanji, te invito a hacer la reflexión y a elegir qué palabra quieres a tu lado en este 2010. Date el regalo del silencio interior, de la confianza para escuchar a tu intuición, y elige tu palabra. Si te apetece, aquí puedes compartirla.

martes, 12 de enero de 2010

¡Salud! Que hace bien al corazón


Hoy conversé con una amiga muy querida sobre un tema de salud que le aqueja. Y me quedé reflexionando como, a partir de esta década de vida, el tema de la salud comienza a ser un tema recurrente. Y no me refiero a que antes no nos enfermáramos, sino a que ahora es cuando comienza a preocuparnos porque comenzamos a entrar a los grupos de alto riesgo de enfemedades serias y degenerativas. Nuestros amigos, colegas y demás contemporáneos empiezan a enfermar, comenzamos a hablar de síntomas y a recomendarnos médicos o remedios... ¿Por qué será que hacemos esto hasta que nos toca?

La prevención como enfoque para preservar la salud es algo que en nuestra cultura occidental no se ve mucho. Pasamos la vida escuchando lo importante que es hacer ejercicio, comer sanamente, no abusar del azúcar, la grasa ni las substancias tóxicas.

Sabemos que existen técnicas para detectar enfermedades tempranamente, sabemos que es importante hacernos revisiones médicas regulares, conocemos técnicas de medicina alternativa que promueven todo tipo de tratamientos para fortalecer el sistema inmunológico y mantenernos saludables. Y sin embargo, por lo general, ninguno visitamos un médico ni hacemos nada de lo anterior sino hasta que, previa automedicación equivocada, nos sentimos pésimo. Cuando se trata de una gripe o un retortijón, bueno, el asunto puede no pasar a mayores. Pero de pronto los síntomas varían y ya no son los mismos de siempre, ni avisan de las mismas enfermedades. Empezamos a sospechar enfermedades que aterran y que matan. Y ni así nos comprometemos con la profilaxis.

No es por agüarnos la fiesta, Señores y Señoras, pero si vives en este barrio, ¡ya basta de negligencia! Muchos de nosotros tenemos hijitos en los que todavía aplica el diminutivo, niños que necesitan padres sanos, fuertes y longevos para tenerla un poco menos difícil en este mundo que se nos va descomponiendo de a poco. Para apoyarlos, para acompañarlos y también para enderezar el rumbo del entorno al que hemos contribuido.

Así que, propongo hagamos un compromiso con nuestra salud. La del cuerpo, la de la mente y la del alma. Propongo que nos cuidemos, que nos amemos, que nos protejamos, que mantengamos buenos hábitos mentales y que valoremos nuestro tesoro más preciado: la vida -especialmente la vida con salud. Y sobretodo propongo que, cuando alguno de nosotros lo esté intentando, ¡no lo boicotiemos! No insistas en que mañana comience la dieta, en que se eche otra copita, o en que hoy no vaya a su clase de yoga para acompañarte al banco. Mejor hagamos equipo. Es más fácil encontrar la motivación de a varios. Y aunque la motivación tendría que venir de dentro, una ayudadita de aquellos a quienes apreciamos, con quienes compartimos o a quienes admiramos, ¡es un gran aliciente!

Ahora bien, si el diagnóstico está dado... ¡a darle! Que para eso son las pruebas, para pasarlas, para conquistarlas, para fortalecernos. Y ¡salud!, que una copita de vino al día es buena para el corazón.

miércoles, 6 de enero de 2010

Cambiando



A veces siento como si lo que estoy viviendo fuera un sueño, un juego, algo pasajero, temporal. Como si fuera cuestión de aguantar un rato para que después, una mañana cualquiera, abra los ojos y las cosas vuelvan a ser como antes. ¿Como antes?, ¿Y cómo eran antes?

A decir verdad no es la primera vez que siento esto. Lo sentí también cuando tuve mi primer novio, cuando entré a la universidad, cuando me embaracé de mi primera hija, cuando murió mi mamá, cuando mi matrimonio comenzó a derrumbarse, cuando me comprometí con todo mi empeño con mi vocación de escribir, cuando me fui de la Ciudad de México... y otra vez lo siento ahora que comienzo mi vida como mamá sola oficialmente. A veces la sensación de estar viviendo algo frágil y frugal es aterradora -como cuando las cosas van tan bien que me cuesta trabajo pensar que son reales-, otras veces la sensación es de alivio, de esperanza, como ahora en que sentir que la realidad que vivo es inestable me recuerda que todo esto también pasará.

Pasará el dolor, pasará la rara sensación de estar fuera de lugar, pasará el no saber cómo ni por dónde, pasará la sensación de vulnerabilidad y de fragilidad, pasará el duelo de soltar, pasará... como pasa todo. Porque, como decía Mercedes Sosa...

Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo

Cambia el clima con los años
Cambia el pastor su rebaño
Y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño...

Así que, supongo que después de todo, ésta no es una mera sensación, sino la realidad que vivo. Esto también pasará... y lo que sigue, y lo que sigue también. Mientras tanto, sigamos viviendo, que para eso se inventó el gerundio.