El canto a la muerte, suele ser, un canto a la vida que privilegia el recuerdo y se niega al olvido. Las coplas y la música dedicadas a la muerte están y siempre estarán, más vivas que nunca.
Fernando Híjar Sánchez
Es difícil imaginar que cantemos las mismas canciones en un velorio que en un jolgorio. Bueno, es difícil imaginarlo para quienes no son mexicanos. Para nosotros, no lo es tanto. La celebración también tiene su espacio en la muerte en este país, por paradójico que parezca. Ahí tenemos toda la tradición del Día de Muertos con su enorme colorido, sus aromas que estimulan el apetito al tiempo que invitan a los ancestros a venir por su platillo favorito. O los que estimulan el alma, como el copal o el incienso cubriéndo altares y panteones. Somos tan eclécticos, tan inevitablemente coloridos y folclóricos, que siempre resulta un deleite vivirse como mexicano. Yo lo celebro, en especial cuando llega la hora de las tradiciones. ¡Me encantan! Y creo que ésta que acabamos de pasar, es de mis favoritas. Con todo y lo nostálgica que me pueda poner, siempre se cuela una sonrisa mía en el altar. ¡Así es esto de inverosimil y maravilloso!
Una clara muestra de ello es la más reciente producción de Susana Harp. En compañía de la Orquesta Sinfónica del IPN, presentarán mañana, jueves 5 de noviembre, una selección de canciones mexicanas que se tocan con tanta algarabía como dolor, en los velorios y en los jolgorios. Si estás en la Ciudad de México, ¡no te la pierdas! El espectáculo será de recordarse: imagina la combinación de lo imponente de la orquesta con lo dulce de la voz de esta cantante oaxaqueña... ¡No me lo pierdo!
Presentación de De Jolgorios y Velorios
Donceles 36, Centro Histórico
México, D.F.
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