Hace algunos días falleció un hombre al que conocí poco y de quien recibí mucho. Lo recuerdo sonriente, alegre, juguetón. Lo recuerdo fuerte, solidario, atento. Lo recuerdo pendiente de los suyos y de los ajenos. Lo recuerdo como un ser especial, luminoso, en paz.
Conversamos poco, nos vimos en contadas ocasiones, pero su sonrisa lo decía todo. Su sonrisa y ese ritmo pausado pero estable que tienen quienes cuidan de los demás sin descanso. Se fue sin dolor y en compañía; se fue de pronto para no hacer sufrir a quienes lo querían; se fue y dejó huellas amorosas hasta en mi, que apenas lo conocí y aprendí a apreciarlo.
La última vez que lo vi, hace 9 meses, le regalé un sombrero de plumas rosas para su disfraz de la Catrina. Se lo puso de inmediato y sonrío, como sonreía siempre, profundo, genuino, inocente, travieso. Yo lo miré y tuve ganas de conocerlo más para que jugáramos juntos, tuve ganas de tener más tiempo para conversar mirándole los ojos sinceros, tuve ganas de quererlo mucho aunque no tenía motivos. Y entendí lo mucho que todos lo querían. Me despedí de él sin saber a ciencia cierta si volveríamos a encontrarnos, pero deseando que así fuera.
Hoy sé que ese reencuentro no será posible en esta vida. Pero mi paso fugaz por sus dominios me lo dejó acomodado en el corazón y aquí lo guardo, para alimentar mi sonrisa en el camino.
Descansa en paz, Joel. Y que los tuyos encuentren la paz en tu recuerdo alegre.
Mi segunda mitad: 50
-
Llevo dos días parada ya en mi segunda mitad. Cumplí 50, que son mis años
vividos hasta ahora. Medio siglo, la mitad de lo que siempre he dicho que
quiero ...
Hace 5 años
me gusta lo que escribes ,te creo me transportas,gracias amiga..
ResponderEliminar