Imagen tomada de: Wikimedia Commons
En el espejo retrovisor divisé de pronto la ciudad con sus altos y modernos edificios y su paisaje tan urbano. De telón de fondo la Malinche envuelta en nubes. En el camino, alrededor, el campo. Campos sembrados y rebozantes. Vacas y campos amarillos. Campos de amaranto, del color de la alegría. Pueblos pequeños salpicados de casas azules, como de Brahmines. Y valles inventados, con sólo una salida al cielo. Nubes tan bajas que me acarician el pelo. Y una fila de eslabones para llamarte de nuevo.
De frente, mis volcanes. Los que siempre han sido míos, antes de nadie. El Popo y el Izta, majestuosos e invitantes. Dejándose ver, haciendo a un lado fumarolas y camas de nubes blancas para decirme Aquí estamos, aquí estás tú, aquí está lo que eres. Aquí está a donde vas.
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