Parecía una pupila omnipresente, un sol en pleno parpadeo, una rara joya preciosa de incalculable valor, una gota de agua vuelta terciopelo, y como un hoyo negro a cuya fuerza gravitacional nada puede resistirse, me atrapó desde el primer instante. Como hipnotizada lo miré durante minutos enteros sintiendo algo removerse en mi pecho, una emoción que no sabía bien de dónde me venía ni atinaba a decir si se parecía más a la felicidad o a la tristeza. Pero lloraba, sin motivo aparente ni asequible a mi entendimiento. Sentía los ojos inundados y las lágrimas brotando sin la menor consideración a mi pudor en medio de la galería. “Eso pasa cuando la gente se conecta”, escuché decir a alguien a mis espaldas con la mayor naturalidad del mundo. Era Yarra, el artista aborigen dueño de la galería, promotor del joven autor de la obra que me robó el alma, Waterhole. “Sin agua no existe nada”, comenzó a explicarme. "Este círculo representa un ojo de agua, lo más importante para la cultura aborigen que sobrevive en el desierto. Familias enteras se sientan alrededor de esta fuente de vida y celebran su existencia, para caminar todavía más por el desierto hasta encontrar algún otro. Estos rayos a su alrededor representan el camino, el camino de la vida.”
Y aquí estoy, con un cilindro de cartón protegiendo la hermosísima obra que forma parte de la cultura del Dreamtime, deleitándome pensando dónde la voy a poner y recordando que tener una obra de arte como estas era un sueño olvidado hace más de 15 años que hoy, aquí, se materializó de forma mágica para mi.
Tenía días librando una batalla interna, y hoy Yarra me lo recordó: tenemos que agradecerles a esas batallas porque nos están haciendo más fuertes, más libres, más completos. Voy a volver para escucharlo. Me ofreció compartirme lo que sabe sobre filosofía aborigen, y a mi me dio un vuelco el corazón… Iré de nuevo mañana.
Y aquí estoy, con un cilindro de cartón protegiendo la hermosísima obra que forma parte de la cultura del Dreamtime, deleitándome pensando dónde la voy a poner y recordando que tener una obra de arte como estas era un sueño olvidado hace más de 15 años que hoy, aquí, se materializó de forma mágica para mi.
Tenía días librando una batalla interna, y hoy Yarra me lo recordó: tenemos que agradecerles a esas batallas porque nos están haciendo más fuertes, más libres, más completos. Voy a volver para escucharlo. Me ofreció compartirme lo que sabe sobre filosofía aborigen, y a mi me dio un vuelco el corazón… Iré de nuevo mañana.
Maravilloso! No me sorprende que te puedas conectar con esa obra de arte, en realidad vives conectada al arte, a lo bello, a lo que tiene significado! Felicidades por otro sueño realizado!
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