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lunes, 21 de septiembre de 2009

Un big bang en la mirada


Imagina dos mares que se juntan de pronto, en la más inesperada de las coordenadas de este mundo. El choque de mareas, de ritmos y vaivenes, de temperaturas, de densidades, faunas y floras debe ser confuso. Pero eventualmente lo logran: sincronizan su impredecibilidad y se vuelven un solo cuerpo de agua, se reconocen, resuenan como notas afinadas y esos dos universos comienzan a danzar un imposible tango al infinito. 

Así nos pasa a los seres humanos con cada nuevo encuentro de pieles, de labios, de manos, o hasta de miradas... cada vez que tropezamos por primera vez o por enésima con otro, dos eternidades colisionan y comienza de nuevo la creación. Somos un bing en potencia, o un bang latente. Pero para ser big bang, hacen falta por lo menos dos.

¡Qué milagros colosales se generan con tan sólo dos presencias!

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