
Esos volcanes -El Popo y el Izta- nunca son los de siempre... No puedo evitarlo, aunque han sido mi paisaje desde los 8 años, los veo y me vuelven a sorprender cada día. Es imposible no quedar absorto en el paisaje cada vez que aparecen. Recuerdo un invierno en Cholula por ahí del 92, en que hizo mucho frío y la nieve llegaba hasta las faldas de este par de personajes orográficos. Todo mundo subimos a la iglesia sobre la pirámide de Cholula a tomar fotos espectaculares. Pero también ahora que se me aparecen de sorpresa en los días claros, desde mi camino favorito rumbo a Yautepec, manejando por entre cañaverales, a lo lejos y con el preámbulo increíble de la cordillera tepozteca, vuelven a hacerme suspirar... ¡no tengo remedio! Le concedo toda la razón a Isabel y a Prudencia Migoya en Ninguna eternidad como la mía, de Angeles Mastreta:
- Parecen eternos -dijo tras una hora de contemplar los volcanes en silencio.
- Son lo más cercano a la eternidad que conocemos -dijo Prudencia -. Ni tus lágrimas van a durar tanto.
- Ni mis lágrimas -aceptó Isabel. Había dejado de llorar hacía una hora -.Espero que ningún desamor sea tan largo. Pero mi breve paso por el cielo, ese sí duró tantísimo. Tengo a estos volcanes de testigos. Ninguna eternidad como la mía.
- Son lo más cercano a la eternidad que conocemos -dijo Prudencia -. Ni tus lágrimas van a durar tanto.
- Ni mis lágrimas -aceptó Isabel. Había dejado de llorar hacía una hora -.Espero que ningún desamor sea tan largo. Pero mi breve paso por el cielo, ese sí duró tantísimo. Tengo a estos volcanes de testigos. Ninguna eternidad como la mía.
Siempre me ha gustado viajar por carretera para mirar por la ventana la belleza del camino -siempre se encuentran paisajes que admirar-, pero ahora hasta los paisajes cercanos me conmueven... Nunca había apreciado con tanta emoción un cielo nublado y amenazante, ni el campo extensísimo, verde y monótonamente hermoso. No sé por qué no me había fijado antes, pero ya no importa. Hoy me fijo, me embeleso, lloro de emoción y me distraigo ¡aunque me pierda, no me lo pierdo por nada!
Un haiku, para mi paisaje favorito del día de hoy. Amo al Popocatépetl. Hasta el nombre, ¡es divino!, ¿no?
Tu crepúsculo
gigante coronado
me embriaga el alma
Un haiku, para mi paisaje favorito del día de hoy. Amo al Popocatépetl. Hasta el nombre, ¡es divino!, ¿no?
Tu crepúsculo
gigante coronado
me embriaga el alma
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para mi es un enorme placer compartirte lo que pienso. Si me dejas tus propias reflexiones inciaremos un diálogo que atesoraré por siempre... ¡Gracias por visitarme!