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viernes, 11 de septiembre de 2009

¿En cuántas cajas cabe tu vida?



Minimalismo

(Calco del ingl. minimal art). 1. m. Corriente artística que utiliza elementos mínimos y básicos, como colores puros, formas geométricas simples, tejidos naturales, lenguaje sencillo, etc. (RAE)


En su ámbito más general, es referido a cualquier cosa que se haya desnudado a lo esencial, despojada de elementos sobrantes, o que proporciona solo un esbozo de su estructura, y minimalismo es la tendencia a reducir a lo esencial. Se aplica también a los grupos o individuos que practican el ascetismo y que reducen sus pertenencias físicas y necesidades al mínimo, es también el significado a simplificar todo a lo mínimo y generar un "corto circuito" en el receptor de la obra. (Wikipedia)



En los últimos años nos hemos familiarizado con la palabra "minimalista", principalmente a partir de la arquitectura. Al escucharla nos vienen a la mente imágenes de revistas de decoración, en las que se publican espectaculares propiedades que van desde mansiones churriguerescas, hasta lofts neoyorquinos que parecerían inhabitados por tan pocos objetos que contienen. Estos últimos son los ambientes minimalistas.

Sin duda, son hermosos, armónicos, ordenados, limpísimos. Pero yo siempre me he preguntado, ¿en dónde guardan esas personas sus toallas femeninas, sus zapatos o el tostador? Porque me cuesta trabajo pensar que realmente no poseen más que lo indispensable... aunque sucede. Conozco personas que podrían empacar su casa en diez cajas, o monjes budistas que sólo poseen lo que les cabe en un morral.

Se antoja, ¿verdad? Ni duda cabe que, en la sociedad de consumo en que vivimos, estamos acostumbrados a acumular más de lo que necesitamos. Haciendo un ejercicio de conciencia, podríamos reducir fácilmente la ropa que tenemos colgada en el armario a la mitad, sin sentirnos despojados. De todas formas, gran parte del ajuar con que contamos no lo usamos nunca. ¿O no parecemos retratos con los mismos pantalones cada fin de semana? 

El hábito de revisar y deshacerse de lo que ya no se usa, lo mantienen como una tradición en Japón. Lo hacen cada vez que entra la primavera y sacan todo de armarios y cajoneras para empezar un nuevo ciclo. Y me parece que es una excelente costumbre... No estamos en primavera, pero no estaría de más llevarlo a cabo cada cambio de estación, y ya pronto llegaremos a la transición hacia el otoño. ¿Por qué no hacer una limpieza? Y no sólo del clóset, sino también del corazón y de la mente.

Deshagámonos de esos zapatos que parecen nuevos y que nunca usamos porque nos sacan ampollas; donemos a un bazar o a personas que lo necesiten la ropa que ya no nos queda y que hemos conservado durante dos años con la esperanza de volver a ser tres tallas menos. Limpiemos también el corazón de apegos tan dañinos, de rencores guardados, de amores imposibles. Y, lo más difícil, deshagámonos de una vez por todas del tan inútil ruido de la mente; de esos pensamientos negativos que destruyen; de los juicios constantes hacia los demás y hacia nosotros mismos; del hubiera y del fue, para aprender de una vez por todas a vivir el presente.

¿Te imaginas la de cajas que necesitaríamos para cumplir este propósito loable? Especialmente para lo que se refiere al corazón y a la mente, me parece que haría falta una mudanza más grande que la que vi hoy en el noticiero anunciando que la casa de Michael Jackson había sido vaciada de todas sus posesiones. No tengo idea de en qué otra casa cabrán tantos objetos... habría sido interesante convertirla mejor en un museo. Una estrella como él, tiene esa posibilidad. Nosotros, sin embargo, no tendremos salas de exhibición para todo lo que acumulemos. Lo cargamos por la vida sin sentido y como lastre...

No me imagino convirtiéndome en minimalista... pero sí, definitivamente, anhelo tener muchas menos cajas - de cartón y también de imperceptibles guerras personales-, la próxima vez que me mude de casa.

Y tu vida ¿en cuántas cajas te cabe?

2 comentarios:

  1. Cuánta razón, Lilyán. Demasiadas cosas inútiles arrastramos por la vida... admiro a los que no necesitan más de lo que tienen, a los que no guardan rencor, ofensas, odio. me gustó mucho lo que escribiste.Un saludo cariñoso

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  2. Así es Cris... lo bueno es que siempre nos queda la posibilidad de seguirlo intentando. Aspiremos a una conciencia minimalista, sin artilugios ni negatividades inútiles, simple, así nomás, ¡lista para el goce de vivir!

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