Translate

lunes, 21 de diciembre de 2009

Destino y libertad


Pues resulta que eso de la libertad es casi inexistente cuando se trata de construir el destino. Contrario a lo que yo pensaba y de lo que estaba convencida. Más allá de las variables que no dependen de nosotros, como en qué época nacer, en qué país, en qué familia, nacer hombre o mujer, nacer sano o con alguna enfermedad congénita... más allá de eso cuyo carácter fortuito puede prestarse a todo un debate, y dando por hecho que no tenemos la libertad para elegir ese contexto, también viene al caso cuestionarse la libertad que tenemos para movernos, decidir, reaccionar y actuar con respecto a las circunstancias que nos presenta la vida.

Los grandes filósofos coinciden: no podemos elegir las cartas del juego, pero sí podemos elegir cómo jugarlas. Pero pocas veces se entra en el debate de qué tan real es esta segunda libertad. El fin de semana, participé en un taller impartido por Spa del Alma, "Energía 2010", en el que el centro del debate fue justamente este. Ahí, comprendí un término que ya había escuchado pero en el que no había profundizado nunca: los introyectos. Estas creencias que asumimos como nuestras, aunque en realidad provienen de alguien más que las puso en nuestra mente. Los principales sembradores de introyectos son los padres y la mercadotécnia. Suelen reflejar necesidades de otros, no propias, pero que creemos que en realidad son nuestras.

Un ejemplo sencillo es el que dio nuestra instructora en el taller: "Las niñas bonitas no se ensucian". ¿Qué niña -bonita o no, eso no importa-, no escuchó esto en boca de su madre para evitar que jugara con lodo y se ensuciara? Probablemente la madre lo dijo para evitar que la ropa de la niña se manchara y ella tuviera más trabajo del que ya tenía encima. O tal vez lo dijo porque ella también lo escuchó de niña. El asunto es que hoy, una mujer adulta puede tomar decisiones pensando que lo hace libremente, y que en realidad provienen de una creencia insertada en su cabeza y no de sus propias convicciones. Las decisiones pueden ser tan simpes e inocuas como no sentarse a jugar con lodo con un hijo para no "ensuciarse", hasta más trascendentes como podría ser no atreverse a ser más lúdica en su sexualidad para no "ensuciarse".

Es un tema por demás interesante, que nos hace caer en cuenta de que a menudo vamos por la vida reaccionando a los estímulos de formas que en realidad no nos pertenecen, sino que provienen de alguien más que así nos los inculcó.

Pero la esperanza no está perdida. Todo lo contrario. En la medida en que hacemos conscientes nuestros introyectos, podemos desechar aquello con lo que en realidad no estamos de acuerdo, y comenzar a construir nuestras propias convicciones y creencias, en verdadera libertad.

En este momento de mi vida en el que sigo luchando por "soltar" lo que no fue, sé que debo revisar mis introyectos con respecto al divorcio, a crecer como hija de padres divorciados, a lo que es una familia, a lo que es el matrimonio... Tal vez no estoy actuando con la libertad que creo, tal vez si lo hiciera, sería menos doloroso... Tal vez.

No es fácil despedirse de la propia historia... toma demasiado tiempo... ¿se termina de verdad por decir adiós genuinamente?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para mi es un enorme placer compartirte lo que pienso. Si me dejas tus propias reflexiones inciaremos un diálogo que atesoraré por siempre... ¡Gracias por visitarme!