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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Y sin embargo... se mueve: otra perspectiva de las burbujas

Y ya que estaba yo tan hecha a la idea de que las burbujas y los sueños se te rompen en las manos, que me encuentro con una burbuja que, no sólo no se me rompió en las manos, sino que me contuvo, me protegió, me dio una visión distinta de las cosas, me invitó a divertirme y a estar a solas conmigo, en paz.

Todo eso sucedió en una aventura inesperada que viví con Sabina la noche de ayer que se nos atravesó la oportunidad de hacer algo diferente. Sentadas en unas escaleras que daban a un "canal", con las manos cubriendo los oídos, esperamos pacientes a que el encargado de las burbujas terminara de inflar las nuestras con una aspiradora industrial. Conforme se iba inflando, me sentí aislada del mundo. Escuchaba mi propia voz y mi risa con un eco cercano, y las voces de los que se quedaron afuera, incluída mi niña hermosa en su burbuja, dolorosamente lejanas e incomprensibles. Y comenzó el intento por hacer algo con esos quince minutos para existir dentro de mi burbuja.

Fue emocionante y aleccionador. Toda una analogía. Los primeros pasos, como los de un bebé, totalmente infructuosos. Tratábamos de ponernos en pie sobre el agua, sólo para caer, voltereta de por medio, estruendosamente sobre el agua. Luego vino el dominio de la técnica del gateo... divertido, y desesperante al mismo tiempo. Poco a poco fuimos dominando el equilibrio y logramos dar algunos pasos torpes antes de volver a tropezar sobre nosotras mismas. Y finalmente, hasta corrimos un poco, sin perder nunca la elegancia de caer revolcadas sobre el agua protegidas por nuestras respectivas burbujas. 

Fue extenuante. Hubo un momento en que decidí parar, y me dejé llevar por la corriente, recostada cómodamente sobre la superficie del agua en mi burbuja. Se alcanzaban a ver las estrellas... y la luna creciente. Pensé entonces que no tenía porque correr ni levantarme de inmediato cada vez que tropezaba. Que sólo yo escuchaba mi propia voz, mis quejas, mis lamentos, mis risas, mis gritos de emoción cuando lograba dar algunos pasos... Cada uno de los burbunautas hacíamos lo propio. Todos nos sentíamos el mismísimo centro del universo, jurando que la multitud nos miraba cuando corríamos y, sobretodo, cuando tropezábamos. Pero en realidad, muy probablemente, muy pocos lo hacían. Y lo que era un hecho, es que entre nosotros, nos ignorábamos olímpicamente mientras librábamos nuestra propia batalla por dominar el singular vehículo. 
 
Tal como en la vida, ¿no? En la que cada uno vamos tratando de avanzar con nuestros propios recursos, en la fantasía de que nuestra batalla es la más importante, chocando entre nosotros, estorbándonos y hablando a viva voz sin escuchar al otro.... Suena triste, lo sé. Pero está también la otra parte. La del "darse cuenta" y tomar la decisión de detenerse, de hacer pausa, de disfrutar del paisaje y de las estrellas, de tomar el propio ritmo, de aprender las propias lecciones, de mirar a los otros y ceder el paso, de aceptar que incluso si no podemos ayudarnos unos a otros, sí podemos ser compasivos, cuidadosos de no atropellarnos, suficientemente amorosos con nosotros mismos como para aprender un poco con cada caída, hasta lograrlo: hasta lograr caminar con los propios medios, sin desesperación por seguir al rebaño, sino con la serenidad del aprendizaje personal, para unirnos a la orquesta de la música de las esferas, del equilibrio, de la armonía... 
 
Ayer vi lo que no había visto. Vi una burbuja que no se rompe, y pude vislumbrar que, por lo tanto, también habrá sueños que pueden tomarse  entre las manos sin quebrarse... y que hasta es posible que -con todo y la dificultad para llevarlos a cabo-, puedan disfrutarse de pie o de cabeza.
 

1 comentario:

  1. Me ha ecantado...Mi sueño es contruir a mi alrededor una burbuja tan resistente que nadie, nadie en el mundo pueda perturbar el silencio que se respira en ella.

    Gracias =)

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